Poseídos por el endemoniado espíritu de la democratización de su partido, surgidos justo en el preludio del luminoso amanecer de la XXII Asamblea Nacional Ordinaria del PRI, como zombis le brotan por el país a Enrique Ochoa Reza los militantes rebeldes que reclaman cambios de fondo a estatutos partidarios, el respeto a otros, y el rescate de principios esenciales del llamado “nacionalismo revolucionario”.
Es así que el líder nacional tricolor ha tenido que multiplicarse durante los últimos 10 días para no solo viajar por todo el país, sino acudir a todas sus llaves para reunirse y conversar, amarrar lealtades, con expresidentes del tricolor como su inmediato antecesor Manlio Fabio Beltrones, y los ex presidentes precolosistas Jorge de la Vega, Ignacio Pichardo Pagaza y Adolfo Lugo Verduzco, y los postcolosistas: Rosa María Sauri Riancho, la salinista María de los Ángeles Moreno, el zedillista Humberto Roque Villanueva, Pedro Joaquín Coldwell, Cristina Díaz y César Camacho Quiroz.
De los expresidentes vivos no fueron invitados, o no pudieron, o no quisieron asistir:
Genaro Borrego Estrada, quien desde 2007 es Director de Asuntos Corporativos de FEMSA; Fernando Ortiz Arana, retirado; Santiago Oñate Laborde, ¿alguien sabe de él?; Mariano Palacios Alcocer, 3 veces presidente del PRI y quien fue retirado de la embajada del Vaticano luego de querellarse feamente con su (¿ex?) esposa; José Antonio González Fernández, quien anda por ahí, por los rincones; Roberto Madrazo Pintado, en retiro forzado; César Augusto Santiago, marginado; Beatriz Paredes Rangel, quien opera under de wáter; Humberto Moreira Valdés, que fue expulsad; ni Carolina Monroy del Mazo, diputada federal.
Ochoa Reza convivió y se sacó la foto con el pequeño y selecto grupo de expresidentes a fines de la semana, se dijo, para consultarles opiniones frente a la celebración de la Asamblea Nacional del 12 de agosto.
La verdad es que pareciera que, dadas las cosas, lo que hizo el líder priísta fue amarrarlos al PRI, y comprometerlos a que no se le fueran por la libre como ha comenzado a ocurrir con otros dirigentes.
Ahí en esa tarea estuvieron además la secretaria General Claudia Ruiz Massieu (sobrina e hija de ya sabe Usted quienes) y el secretario Técnico de Consejo Político Nacional, el sonorense Ernesto Gándara Camou, uno de los más cercanos al senador Emilio Gamboa.
Casi luego de ese encuentro Ochoa Reza se fue a Saltillo, Coahuila, para advertirle a las autoridades electorales -que al parecer están ya tentadas a anular los comicios del 4 de junio-, a no dar un paso que afecte más la confianza ciudadana.
“Es importante mantener los criterios de las instituciones electorales que dan certeza a ciudadanos, y candidatas y candidatos que participan en las elecciones…
“Por esa razón confiamos en que las autoridades electorales de sean respetuosas de las reglas establecidas bajo las cuales se condujo este proceso electoral. En ese sentido, bajo las reglas establecidas tenemos la plena certeza de que Miguel Riquelme durante su campaña, respetó perfectamente los límites establecidos por la ley y las normas”, afirmó.
Y no sólo advirtió que el PRI acudirá a todos sus recursos y fuerzas para defender el triunfo de Riquelme, sino para confirmar que:
«Le pese a quien le pese, en Coahuila ya ganamos. Los coahuilenses ya decidieron democráticamente en las urnas… que alguien le avise a los inconformes que aquí no se hace su voluntad, sino la voluntad del electorado coahuilense», sentenció.
NO PUEDEN SOLOS
De visita por Campeche, donde encabezó la Asamblea Estatal Deliberativa y Electiva, rumbo a la XXII Asamblea Nacional, indicó que el no nato Frente Opositor sólo es la muestra de que “nuestros adversarios están buscando la unión del agua y el aceite, porque no tienen propuesta común y, porque solos, pierden frente al PRI”.
“La fortaleza de la pluralidad política sólo se traduce en victoria cuando se expresa en unidad. No esperamos unanimidad en política, respetamos la pluralidad de voces y de formas de pensar, pero el valor máximo a defender en un partido político es que la pluralidad, a través de espacios abiertos e incluyentes, se convierta en unidad de propósito. Nadie vota por un partido dividido”, dijo a su vez a los militantes y estructuras internas.
LAS CONFESIONES DE BARTLETT
Durante el fin de semana la agencia de noticias del diario Reforma adelantó una entrevista en la cual el ahora senador Manuel Bartlett confesaba que Carlos Salinas no había ganado la elección
presidencial de 1988.
Pero más tardó en decirlo que en desdecirlo. Poco después el mismo medio indicó que Bartlett reculaba casi de inmediato y que decía que la verdad es que no podía confirmar tal cosa.
No me consta nada de eso, dicen que dijo.
La verdad es que Bartlett siempre ha sido un político timorato, desleal e inmoral. Titular de Gobernación -y como tal presidente de la entonces Comisión Electoral durante el histórico proceso de 1988-, como todos sus antecesores, fue parte de la reiteración de un mecanismo a través del cual los presidentes salientes legitimaban a sus sucesores.
La ciudadanía votaba, pero las urnas eran a su vez rellenadas para garantizar números y porcentajes con los cuales durante decenios México vivió una democracia simulada.
El proceso electoral de 1988 no fue la excepción. Y Bartlett convalidó. Luego de eso fue secretario de Educación Pública, Gobernador de Puebla y senador. Todo postulado y amparado por el PRI y el Presidente en turno.
Y ahora, a los 81 años de edad, sale con que es puro y revolucionario… ¡sí cómo no… como el otro senador poblano, Miguel Barbosa¡ Ambos dos lopezobradoristas de hueso colorado. Ni pal perro…
LUIS H ÁLVAREZ LO DIJO ANTES
Información para desmemoriados:
El jueves 21 de enero de 1993, en una habitual conferencia de prensa semanal, el entonces presidente nacional del PAN, el chihuahuense Luis H. Álvarez confesó que luego de las conflictivas elecciones presidenciales de julio de 1988, el PAN abandonó la alianza de inconformidad que inició y mantuvo entonces con Cuauhtémoc Cárdenas y Rosario Ibarra de Piedra, y se decidió a legitimar y apoyar al gobierno de Carlos Salinas.
Álvarez dijo entonces que nunca se pudo saber quién -entre Carlos Salinas, Manuel J. Clouthier y Cuautémoc Cárdenas-, ganó aquellas elecciones.
“De haber persistido en la demanda de anular las elecciones y la realización de otros comicios, hubiera significado el rompimiento del orden constitucional y el caos social en México”, subrayó.
Por eso él, Álvarez, convino con Manuel Camacho Solís —quien en aquel entonces era el principal negociador político de Salinas—, y con el propio Presidente electo, “que el apoyo del PAN se daría a cambio de la promesa de una transición a la democracia, la cual no se ha dado».
Esto fue parte de lo publicado en Excélsior el viernes 22 de enero de 1993 por quien firma esta columna. De lo confesado entonces por Álvarez lo pueden confirmar varios periodistas que estuvieron en esa entrevista y doña Cecilia Romero, que era entonces secretaria general del PAN, presente también en esa charla.