– El mayor reto del tricolor de aquí a junio de 2017 es ganar el Estado de México
– Ningún otro dirigente estatal ha logrado lo que el de Jilotepec alcanzó en 2009
– Beltrones podría ir ahora a una embajada
Con la salida de Manlio Fabio Beltrones del PRI, anunciada anoche por él mismo ante la Comisión Política Permanente, culmina una de las carreras políticas más emblemáticas en el México de la transición democrática.
Con su renuncia, el sonorense abre de nuevo la incertidumbre respecto al nombre y antecedentes de su relevo.
Pero sobre todo respecto del futuro inmediato del tricolor ya que a fines de este año deberán resolverse las candidaturas a los gobiernos del Estado de México, Coahuila y Nayarit.
Un proceso por demás importante ya que el Estado de México es el más poblado y rico del país y con el mayor número de electores. El Estado de México sólo ha sido gobernado hasta ahora por priístas.
Pese al hermetismo, se sabe que uno de los más viables en la sucesión de Beltrones al frente del PRI, es Ricardo Aguilar Castillo, subsecretario de Alimentación y Competitividad de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación.
Aguilar Castillo, de 45 años nacido en Jilotepec, Estado de México, es egresado de la carrera de Derecho por la Universidad Autónoma del Estado de México.
Antes de ser incorporado al Gabinete presidencial de Peña Nieto, Aguilar Castillo fue secretario de Organización del CEN del PRI desde donde operó gran parte de la campaña presidencial de 2012.
Aguilar Castillo inició su carrera política como alcalde de su natal Jilotepec y diputado local, secretario del Trabajo de donde salió a mediados septiembre de 2006 para ocupar la presidencia del PRI en el Estado de México.
Su llegada al tricolor mexiquense fue una respuesta de crisis del entonces recién llegado gobernador del Estado de México Enrique Peña Nieto.
Peña Nieto había ganado un año antes la gubernatura de su estado en condiciones críticas, debido a un cisma partidario por la ruptura de un grupo de gobernadores -entre ellos el del Estado de México, Arturo Montiel-, con el presidente en turno del PRI, el tabasqueño Roberto Madrazo.
Todos ellos se oponían a la candidatura de Madrazo a la presidencial de 2006.
Peña Nieto tuvo que lidiar con dos contendientes enredados a su vez en escándalos personales: el panista Ruben Mendoza, con graves acusaciones de corrupción y la perredista Yeidckol Polevnsky Gurwitz, quien en medio de aquella campaña se sabría se llamaba en realidad Citlali Ibáñez Camacho y era nieta del exgobernador y cacique poblano Maximino Ávila Camacho.
Peña Nieto tomó posesión del cargo a mediados de septiembre de 2005 y un par de meses después tuvo que enfrentar el proceso de sucesión en los 116 municipios de su entidad, entre ellos los más poblados y ricos del país, los colindantes con el entonces Distrito Federal.
En las elecciones de 2006 el PRI fue derrotado estrepitosamente por PAN y PRD. El PRI bajo la directiva política del entonces gobernador Peña Nieto, apenas logró 55 alcaldías mientras que el PAN se levantaba 27 y el PRD 36 con la enorme diferencia de que PAN y PRD se quedaban con los municipios más importantes del Estado de México y el PRI con los rurales , los menos poblados y más pobres.
En ese proceso el PRI apenas logró 7 diputaciones federales de un paquete de 40 de las que 12 fueron para el PAN y 21 para el PRD. El Congreso local quedó repartido de la siguiente forma: 19 para el PRI mientras que el PAN se quedaba con 9 y el PRD con 17. La oposición era mayoría en el Congreso federal y en el local.
Entre 2006 y 2009 Aguilar Castillo logró recomponer a su partido en el Estado de México, para entrar en la siguiente elección y darle una vuelta espectacular a los números y posiciones.
En el proceso de 2009 el PRI mexiquense liderado por Aguilar Castillo se quedó con 97 alcaldías, arrebatándole a PAN y PRD prácticamente todas las que circundan a la capital del país y remitiendo al PAN con apenas 13 municipios y al PRD con 9.
De las 40 diputaciones federales el PRI de Aguilar Castillo se quedó con 38, el PAN con 2 y el PRD con 0.
De las curules locales en juego entonces, 40 fueron para el tricolor, apenas 2 para el PAN y 3 para el PRD.
Desde entonces no ha habido otra elección con resultados como esa.
Es por ello que Aguilar Castillo puntea hoy en el corto listado de los mencionados para suceder a Beltrones.
Y es que el PRI no tiene hoy más reto que el de salir adelante en el proceso de junio del próximo año y no vivir una nueva derrota como las que acaba de sufrir al perder 7 de 12 gubernaturas en juego.
Y quien conoce a fondo las redes y estructura territorial del PRI en el Estado de México es precisamente Ricardo Aguilar Castillo.
BELTRONES Y SU FUTURO
Con cerca de 40 años continuos en los primeros niveles la vida pública, Manlio Fabio Beltrones era considerado todavía hace 13 días como uno de los apenas 3 virtuales precandidatos presidenciales del tricolor.
Hoy, luego de la estrepitosa derrota tricolor en el proceso electoral del 5 de junio, si acaso se le ubica como un posible embajador, pero ni siquiera en un país del primer mundo.
Con su ascenso a la dirigencia nacional del PRI el viernes 17 de agosto, Beltrones no sólo cumplía un viejo sueño, sino que cerraba un exitoso ciclo de casi 12 años en las cámaras de Diputados y Senadores.
El ejercicio de un liderazgo que cobró especial relevancia por la interlocución alcanzada desde el Congreso con los presidentes panistas Vicente Fox y Felipe Calderón, hasta convertirse en un efectivo contrapeso priísta ante el presidencialismo panista.
En ese tránsito por las cámaras de Diputados y Senadores, y en el juego de poderes desarrollado desde ahí, Beltrones tuvo el acompañamiento de Emilio Gamboa, a quien califica como “su hermano” político.
Ambos ejercieron desde ambas cámaras uno de los modelos de conexión de liderazgos legislativos más efectivos que haya habido dentro del Congreso, para llevar a establecer una especie de cogobierno de facto desde el Senado y la Cámara de Diputados.
Su peso político y acciones, que muchas veces trascendieron al legislativo, llegaron a niveles y sectores insospechados.
Beltrones y a Gamboa se convirtieron así en más que un contrapeso priísta dentro de los regímenes de los presidentes de la República, los panistas, Vicente Fox y Felipe Calderón.
Por las circunstancias, Beltrones llegó a ser incluso el eje de la estabilidad y viabilidad del Sistema Político entre 2006 y 2010. Nada más habría que recordar su actuación dentro de la llamada Reforma del Estado.
Con el triunfo de Enrique Peña Nieto -que marcó el regreso del PRI a Los Pinos-, Gamboa y Manlio fueron los factores determinantes de la negociación y aprobación del paquete de reformas constitucionales más trascendente y profundo en la historia del país.
Sin ellos difícilmente se hubiera remodelado o modernizado al Estado Mexicano.
DEL VIEJO AL NUEVO RÉGIMEN
Manlio y Emilio son, sin duda, la personificación misma del tránsito del viejo al nuevo régimen. Surgidos y formados en el sistema de partido único -donde el voto efectivo era un elemento retórico y el reparto del poder se ejercía desde Los Pinos-, ambos han sido hoy ejes de la naciente democracia mexicana.
En México no existen hoy otros 2 políticos como Beltrones y Gamboa. En ningún partido. Nadie tiene tanta permanencia en el primer nivel del poder y la política como ellos. Ningún otro con tal influencia dentro y fuera del Congreso Mexicano.