CIUDAD DE MÉXICO 30 de mayo, (MENSAJE POLÍTICO / CÍRCULO DIGITAL)(DESPERTAR DE OAXACA).—
Carta a mis amigos
Acepté la invitación de Javier porque es mi amigo, lo conozco desde 1983 cuando éramos dos jóvenes que soñábamos con servir y crecer en el servicio público y la política. Javier venía de estudiar su maestría y su aspiración era llegar a ser presidente municipal de San Pedro de las Colonias, Coahuila, su pueblo natal. Yo por mi parte también quería ser autoridad municipal, pero de Huayacocotla, en la sierra norte de Veracruz, en donde no había nacido pero tuve oportunidad de ser director de un centro coordinador indigenista y había construido relaciones de identidad y amistad, además de acrecentar mi compromiso con el trabajo con las comunidades indígenas y campesinas.
Javier si tuvo suerte y empeño para lograr llegar a ser presidente municipal y yo transité por otras rutas. De cualquier manera desde esos años sellamos una amistad que se ha mantenido hasta ahora. Amistad sustentada en principios y valores éticos y políticos y también en la aspiración de servirle a la gente, en especial, a los campesinos y a los vecinos de las colonias populares.
Hoy que mi amigo ha decidido enfrentar esta nueva batalla ya que le cerraron las puertas del PRI por intereses mezquinos, sin explicaciones ni análisis político ni diálogo o trato profesional, sin consideraciones por su trayectoria ni respeto a su persona, decidí sumarme con él, en contra del partido y sus representantes.
En Coahuila vamos contra ese PRI que no tiene nada que ver con lo que muchos de nosotros conocimos, aprendimos y ayudamos a construir; un partido con principios, con compromisos con la gente, con trabajo político, con el desarrollo y diseño de instituciones y programas públicos para servirle a los mexicanos.
A ese PRI que ya no existe, lo secuestraron dirigentes inventados, sin trayectoria política, desconocidos y manipulados por la tecnocracia que hoy manda en el país y por los gobernadores a quienes el presidente Peña les entregó las decisiones políticas en sus estados, así haya sido por desconocimiento, ingenuidad o complicidad.
El PRI de hoy es una caricatura de lo que fue. Tiene una losa insoportable e insuperable que se llama: corrupción. Y nosotros no podemos aceptarlo ni admitirlo ni disimularlo.
Es cierto, en el PRI que participamos, varios presidentes de la República, dirigentes del partido y las instituciones me dieron oportunidades excepcionales. Primero me dejaron conocer y trabajar para los grupos más débiles de la sociedad, tuve oportunidad de diseñar programas, como los de desarrollo regional en los ochentas. Participar en campañas políticas y construir procesos de diálogo e interlocución entre la gente, los candidatos del partido y las autoridades, inéditos en México.
Pudimos, también, diseñar y operar el mejor programa de política social que se ha dado en México: el programa nacional de Solidaridad, al cual sólo la cerrazón y obsesión tecnocrática, el enanismo y la envidia política lo pudieron marginar, que no desaparecer, ya que aun después de más de 25 años la gente de las colonias populares y los campesinos e indígenas se refieren a Solidaridad con aprecio y cariño, como algo propio que iba más allá de algún proyecto u obra, que significaba la satisfacción del quehacer colectivo, la de haber construido una solución a sus problemas con servidores públicos receptivos, humildes y respetuosos, que no imponían sino aprendían, en dónde las decisiones eran tomadas en asambleas públicas y los recursos manejados con transparencia y honestidad.
Así mismo tuve la posibilidad de participar activamente en el diseño y operación de la Secretaría de Desarrollo Social, institución de vanguardia en México y América Latina que supo entrelazar las prioridades sociales con las áreas urbanas y rurales junto al cuidado del medio ambiente y la ecología. De esa secretaría hoy no queda prácticamente nada, que parece mas una oficialía de partes encargada de administrar padrones de personas y entrega de dádivas, obsesionados por mejorar los indicadores estadísticos del Coneval, no de que la gente viva mejor.
En el terreno legislativo, junto con muchos compañeros, pudimos construir diversas propuestas: desde la Iniciativa del Sur en 2001 que motivó lo que después serían los programas de desarrollo regional, en especial el del Sur del país (Guerrero, Chiapas y Oaxaca), el Servicio Profesional de Carrera en la Administración Pública Federal, y las más de 25 iniciativas y reformas a diversas leyes que reivindicaban los derechos y autonomía de los pueblos indígenas de México, o la reforma a las leyes de pensiones de los miembros de las fuerzas armadas que recompensó de mejor manera la labor de militares y marinos que han entregado su vida a la tarea y el servicio público hasta la Ley General de Desarrollo Social, entre otras.
Igualmente impedir reformas reaccionarias o privatizadoras a varias leyes, como la de la ley general de Salud que pretendía la subrogación completa del sistema nacional de salud a intereses privados, como era la propuesta original del seguro popular, o la supuesta reforma energética de Calderón que echaba abajo la industria nacional y que el PRI de hoy ha apoyado con el quebrantamiento paulatino de Pemex y la CFE, otorgándoles a empresas privadas nacionales y extranjeras los recursos energéticos de la Nación.
Siempre en mi vida profesional y política he tenido la oportunidad de conocer y tratar a personas de talento excepcional. Servidores públicos y legisladores comprometidísimos con las mejores causas de México; personajes que son iconos de la política nacional o de altísimo prestigio profesional; la mayoría, militantes del PRI, amigos con los que también ha prevalecido la coincidencia de altura de miras por el bien de nuestro país. Para todos ellos y para ese partido hoy inexistente, mi agradecimiento, reconocimiento y amistad.
Hoy puedo decirles que no me equivoque. La campaña de Javier Guerrero va caminando fuerte. Su talento, experiencia, buena imagen, preparación y valentía lo ha llevado a acrecentar su prestigio y a propiciar que cada vez más coahuilenses vean en él una opción ganadora.
En Coahuila existe conciencia de que hay una contienda política pero que no es entre varios partidos y candidatos sino la batalla es entre dos socios económicos el PRI y el PAN es decir, los partidos políticos penetrados por las fuerzas de la corrupción, impunidad y miedo; y el candidato independiente Javier Guerrero quien se enfrenta con decisión y valor ante el sistema.
Aquí la discusión no trasciende a si gana un partido u otro. Aquí, en Coahuila son iguales. La única diferencia es que uno representa los intereses de una familia, los Moreira y su heredero, y el otro, un grupo de poder similar, en intereses y ambición. Para la perspicacia e inteligencia de los coahuilenses esto no pasa desapercibido, por eso, Javier Guerrero va a ganar.
Termino esta reflexión para mis amigos, diciendo que esta campaña ha sido muy enriquecedora. Ahora estoy lleno de ánimo, satisfacción y esperanza, convencido de que tomé la mejor decisión. Los coahuilenses me han enseñado que tienen valor, que hay emoción y que juntos quieren construir un nuevo destino para su estado, lejos de la corrupción, la impunidad, el abuso, la transa y la inseguridad.
Cuando pasa esto, uno se da cuenta que todo vale la pena, y que nunca hay que caer en la trampa del silencio, de la cómoda apatía o el conformismo.
A mis amigos entrañables, todo mi respeto, afecto y solidaridad.
CARLOS ROJAS GUTIERREZ