OPINIÓN
*CLAUDIA LUNA PALENCIA
Primero, por la incapacidad para hacer que más gente subsumida en los estratos de la pobreza voraz y rampante cuenten con los instrumentos provistos por parte de la política social, fiscal, laboral y de ingresos suficientemente asertivos para salir de forma definitiva y perenne de la pobreza atávica.
Segundo, por el fracaso de la política económica anticíclica que se ve impedida para frenar el descenso de las personas y de las familias de un estamento social a otro. Es decir, si no se puede coadyuvar exitosamente a un ascenso de un segmento a otro, por lo menos evitar que suceda todo lo contrario.
Las clases medias son el eslabón más vulnerable en cada crisis económica porque es al interior de su estructura en donde más acontece la destrucción de su tejido socioeconómico so pena de mencionar que las políticas sociales ni siquiera están preparadas para ampararles.
Así sucede en realidad, la estructura de ayudas sociales está establecida para dar subsidios asistenciales directos, indirectos y pecuniarios para los baremos de más bajos ingresos e inclusive nulos; pero no están diseñados para actuar en caso de una familia de clase media que lo pierde todo victimizada por una crisis económica corrosiva.
Tendría que haber una planificación social que también se convierta en un paraguas asistencial para todas esas personas atrapadas en el calvario de quedarse sin empleo y sin ingreso o inclusive verse en bancarrota tras perder la empresa pero con un cúmulo de facturas y deudas por pagar sobre de la mesa.
La clase media es el motor de la sociedad, es el dínamo de la producción, el punto de origen de las microempresas y su poder adquisitivo es visto como un pilar para detonar muchos otros sectores y subsectores relevantes para catalizar el grado de expansión o contracción de una economía.
Una clase media en expansión, de acuerdo con la visión de la CEPAL, es reflejo de la salud económica de un país. Además tiene una relevantísima connotación histórica dado que la burguesía ha impulsado los más grandes periodos de transformación política, social y revolucionaria en el mundo.
A COLACIÓN
Mucho cuidado con clases medias descontentas, nerviosas y enojadas porque el devenir de los acontecimientos actuales les resulten poco favorables al punto de volverse contra su estatus.
Estar precisamente en medio del sándwich supone más que permanecer en una línea de confort hacerlo dentro de un peligroso lindero porque no se es demasiado rico…ni demasiado pobre.
Por ejemplo, en España, los datos más recientes siguen revelando el rostro menos amable de un larguinegro cisma económico: de acuerdo con la Fundación BBVA y el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas un total de tres millones de españoles fueron expulsados hacia segmentos de menor escala y mayor vulnerabilidad socioeconómica.
«Con la crisis, la clase media ha reducido su presencia al 52% y los niveles más bajos han aumentado hasta el 39%; mientras que hace una década el 59% de la población pertenecía a familias situadas en niveles de renta intermedios».
Huelga decir que con cada recesión no nada más se destruyen activos, ladrillos, empresas, se esfuman bonos, acciones, se tiñen de rojo los parqués accionarios también está el dolor humano por esas pérdidas materiales, tangibles e intagibles.
Pero si España todavía conserva a más de la mitad de su población en el segmento medio, en México su franja sigue siendo muy delgada: según el sexto Informe Global de Riqueza del Credit Suisse Research Institute, el 10.8% de la población total del país azteca es clase media, esto es, 12.9 millones de personas.
No puede haber prueba más irrefutable de la mala distribución de la riqueza, de la desigualdad en las políticas sociales y una correosa política fiscal que el esquema que desdibuja precisamente la distribución de esos «cajones» en una pirámide donde la puntita concentra un minúsculo grupo de plutócratas, seguida de una enclenque clase media y un grueso del edificio social edificado sobre de una extensa masa de marginados, pobres y desposeídos. Algo anda muy pero muy mal…