Robo y corrupción en los arsenales militares
OPINIÓN
*FRANCISCO RODRÍGUEZ
Hay un elemento de corrupción cuyos orígenes nunca han sido suficientemente explicados en ninguna área de seguridad nacional ni en ninguna institución castrense. Como cuando se ve que los de arriba o los mandos superiores se manejan a su antojo, el ejemplo cunde, y se reproduce en todos los niveles, ya nadie pregunta.
En las ejecuciones extrajudiciales que se han registrado en diversos rumbos de la geografía nacional, sobresalen los de Tanhuato, Apatzingán, Tlatlaya y Reynosa. Una somera compulsa de las armas utilizadas por los narcotraficantes que supuestamente se enfrentaron con las «fuerzas del orden», arroja un dato significativo: la categoría del armamento que tenían en su poder.
Se trata de armas largas reglamentarias para uso exclusivo del Ejército, Marina Armada, Fuerza Aérea y agrupaciones policíacas federales y locales de Reacción Inmediata o de Tarea: granadas de fragmentación, cohetes y misiles de largo alcance y gran impacto, lanzacohetes de alto registro y todo tipo de arsenal reservado, para uso exclusivo, difícil de conseguir en el mercado negro.
Sobre todo difícil de conseguir, cuando la Secretaría de la Defensa Nacional, la Marina o la Policía Federal jamás han aceptado que sus efectivos y elementos armados hayan sido desvalijados de esas pertenencias castrenses después de algún enfrentamiento o debido a emboscadas recurrentes perpetradas por los adversarios, ¿dónde entonces las consiguen los malandrines?
Bandas criminales se surtían en Santa Lucía
Por ejemplo, en la matanza previa a la revancha de Tanhuato, ejecutada en la zona conurbada de Guadalajara, cayeron en poder del Ejército lanzagranadas y misiles con los que –nos dijeron– las bandas delincuenciales habían derribado helicópteros de la Sedena y causado varias bajas entre elementos que no sabían ni a qué se enfrentaban.
Usted y yo, comentamos hace casi un año, cuando se registraron estos sucesos, que las pistas de investigación habían llevado a descubrir que los altos entorchados del Ejército que custodiaban las bodegas de armamento de la Base Militar de Santa Lucía, en el Estado de México –prácticamente conurbada a la CDMX– estaban implicados en estos hechos aberrantes.
Las bandas del crimen organizado se surtían a placer en las bodegas del Ejército mexicano, por medio de business que efectuaban con militares de alta graduación, encargados por órdenes superiores de su custodia. La especie jamás fue desmentida y, sí fue comprobada.
Incluso, para la fabricación de estos elementos mortíferos, balas de grueso calibre o granadas de fragmentación, se usa una pólvora negra especial que no está al alcance de nadie, excepto del Ejército. Su importación es sumamente compleja y se efectúa únicamente para surtir a la Institución Armada.
O sea, por ahí no podía ser. La única explicación es la grave corrupción que ha calado hasta los huesos de los altos mandos, y de ahí, el salpique hacia arriba, o la distribución de «la copa» hacia abajo. La complicidad siempre va acompañada del premio respectivo.
Mientras, todo Colima ya es territorio narco
Hoy, que la sangre ya llegó al río, la Secretaría de la Defensa Nacional boletina de manera oficial que, en lo que va de enero a marzo, tan sólo en Colima –hasta hace seis años un lugar paradisíaco y tranquilo para vivir– se han registrado 148 asesinatos del crimen organizado.
Todo, por el control del puerto de Manzanillo, el único puerto natural del Pacífico mexicano, cuyo gran calado a escasos metros de la costa, permite ahorrar cualquier tipo de desazolve. Es inmune al atasco que arrastran los fenómenos naturales, y lamentablemente es la principal puerta de entrada de los potenciadores plásticos y anfetaminas.
Alrededor de él se asentaron los clanes históricos de El Cochiloco y los de las familias Valencia, amos y señores de los contactos con los grandes productores asiáticos de precursores de enervantes sintéticos. Hoy, Colima, desde San Telmo hasta Minatitlán, es territorio narco.
475 militares caídos con armas de uso restringido
Pero eso no es todo: la Secretaría de la Defensa Nacional informa que en los nueve años que lleva «la guerra contra el narcotráfico», bautizada así por el inconsciente borracho Felipe de Jesús Calderón Hinojosa, enfundado en uniforme verde olivo, guangoche, como un payaso con cinco estrellas…
… el Ejército ha registrado la muerte de 475 militares de diversos rangos, víctimas de fuego emanado de armas mortíferas que a lo mejor estaban destinadas a ser usadas por ellos, jamás contra ellos.
El Informe relativo proviene de la Sección de Personal Caído de la Secretaría de la Defensa Nacional, y refiere que de los infelices «juanes» y gallardos entorchados, 375 pertenecen a la cuenta personal del beodo Calderón y 118 a la del incompetente Peña Nieto.
Para actuar como policías, ¡que les ordenen por escrito!
Este servidor, dedicado a teclear por más de cuarenta años, se pregunta ¿qué no le da vergüenza a los altos mandos de la Sedena boletinar este desvarío?
¿ Qué no se han enterado –a lo mejor no– que no ha mucho hubo un secretario de la Defensa Nacional, Gerardo Clemente Vega García?
¿ No les han comentado en ningún café de alguna oficina que cuando El Alto Vacío Vicente Fox le ordenó que la tropa se fuera encima de los manifestantes que protestaban contra el pretendido desafuero de Andrés Manuel López Obrador y los masacrara con fuego a discreción, donde los encontrara, cómo reaccionó?
¿No los han enterado que el General Vega se rehusó a aceptar esas desquiciadas órdenes y, cuando fue presionado por todo tipo de autoridades nacionales y extranjeras para hacerlo, pidió como única condición que las órdenes se las diera el Presidente fantoche por escrito?
Obviamente, el que resultó asustado fue el esposo de la señora Marta.
«Roban» al SAE autos, joyas ¡y hasta navíos!
Hoy, que la corrupción ha llegado al tope y se desborda, se da a conocer que de febrero del 2015 a febrero del 2016, en sólo doce meses le han «robado» al Sistema de Adquisición y Enajenación (SAE), 31 mil bienes resguardados por personal bajo su mando.
Autos y camionetas blindadas de gran lujo, joyas, títulos, valores… ¡hasta navíos! que, para sacarlos de las bodegas, se requiere una logística fuera de las posibilidades de un ciudadano de a pie. Pues, ¿cómo le hacen? ¿ A qué Universidad fueron los rateros para poder llevar a cabo estas labores hercúleas?
¿Quién les estará ayudando mi General Secretario Cienfuegos? ¿Dónde venden de esos malacates?
¿No se estará repitiendo la historia del robo en Santa Lucía del armamento reglamentario?
Índice Flamígero: “Ya parece una maldición –dice don Alfredo Álvarez Barrón– cada vez que los ciudadanos bien informados acudimos a ejercer nuestro derecho al voto nos acompaña, imperturbable, la sombra de la derrota; y es que sabemos, de antemano, que a pesar de los discursos triunfalistas nada ha cambiado: los mismos candidatos, tal vez enfundados en diferente camiseta; las mismas viejas e irrealizables promesas; los mismos partidos (PAN, PRD, PVEM, PANAL, PT, etc.) que no compiten para ganar, sino para seguir conservando sus jugosas prebendas; los cada vez más refinados métodos de coacción del voto y la misma desesperanza de millones de mexicanos que siguen cambiando su voto por una despensa o por la versión Premium de La Cumplidora, de tal forma que hoy en México las elecciones ya no se deciden por el voto duro o el voto de castigo, sino por el voto del hambre. Y en ese terreno el partido en el gobierno es casi imbatible. Por otra parte, ya quedó demostrado que las candidaturas independientes de dudosa procedencia no son la gran panacea, pues el país no necesita broncos de a mentiritas, ex futbolistas con la mente en blanco o algún periodista de doble moral que sueña con ser Presidente de la República, (y la posible candidatura de la señora Margarita, en mi humilde opinión, va por el mismo camino: una verdadera vacilada). Agotado el tiempo de los políticos tradicionales que han demostrado con creces su ineficacia para administrar el changarro, como diría Vicente Fox, es hora, y tal vez sea la última llamada, de voltear hacia los ciudadanos apartidistas, hombres y mujeres honestos e insobornables que tengan como objetivo supremo servir (y salvar) a México, antes de que el país termine en el despeñadero de la historia. En ese sentido, cobra especial relevancia el experimento social que se está llevando a cabo en Zacatecas: Enrique Laviada Cirerol, hombre culto y de sólidos principios morales compite por el cargo de Presidente Municipal de Fresnillo, ciudad que suele ser clave para definir el rumbo de la elección en todo el Estado, y aunque parece difícil redimir a los conformistas y atraer a los indecisos yo no tengo la menor duda: porque lo conozco y porque intuyo que su estatura moral le permitirá mantenerse alejado de los vicios ocultos del poder, me la juego por Laviada. Y que sea lo que Dios quiera”. Y enseguida, El Poeta del Nopal rubrica: “No es el feroz desatino / de algún político ardido / que busca en otro partido / llevar agua a su molino; / es un reclamo genuino / en ésta lucha de opuestos / pues el perfil de hombre honesto / se lo ha ganado con creces; / por ello es que sin dobleces / con Laviada… va mi resto.”