26 de November de 2024
Rusia: vuelta de tuerca con Turquía
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Rusia: vuelta de tuerca con Turquía

Ago 12, 2016

Por la Espiral

*Claudia Luna Palencia

En «Geopolítica del caos», editado por Le Monde Diplomatique en 1999, se condensa un amplio análisis de diversos autores acerca de los focos de tensión persistentes en la aldea global muy  a pesar del final de la Guerra Fría.  Y Rusia junto con Turquía figuraban en un capítulo digno de especial atención en un texto escrito casi veinte años atrás.
La diplomacia rusa y la turca  se parecen en su maleabilidad para negociar con montescos y capuletos, su capacidad de ruptura crítica en medio de un capricho y hasta una almibarada reconciliación en momentos en que nadie atisbaba por la recuperación de una relación rota a despecho de los roces y mutuos reproches.
Pero sucedió: de forma inusitada (nadie lo preveía) tras el fallido golpe de Estado contra Recep Tayyip Erdogan, presidente de Turquía y la enérgica respuesta de él con una purga que ha traspasado el ámbito de lo militar hasta alcanzar la esfera institucional y hasta a los medios de comunicación e inclusive diversos corresponsales extranjeros; cuando el sopor de la Unión Europea (UE) pasó de respaldar el respeto a la democracia a condenar la violación de los derechos humanos, fue entonces cuando Vladimir Putin, presidente de Rusia, llamó a su homólogo turco para brindarle todo su apoyo.
En prácticamente un mes, las relaciones entre Moscú y Ankara han dado un giro de 360 grados de un gélido invierno siberiano a una temperatura más templada porque tampoco todo son miel sobre hojuelas con Ucrania, Siria y el ISIS de por medio en la agenda bilateral internacional y en la sobremesa de la geopolítica.
Aunque sean como «el agua y el aceite» en esta trágala Turquía y Rusia se necesitan mutuamente porque en su posición geoestratégica lo peor es orbitar solos en medio de intereses en disputa como el Mar Negro, la salida hacia el Mediterráneo desde el Bósforo, el control del Caspio, las rutas gasísticas y las redes de oleoductos; los enclaves miitares altamente sensibles para la OTAN en el traspatio europeo así como las rutas comerciales de toda la vida entre Europa y Asia.
Y Putin lo sabe, lo hace obviando el doble rol peligroso de Turquía en la devastadora y larga guerra civil de Siria (cinco años) con el mandatario Erdogan cobrando sus favores a los europeos: por contener  la marejada de refugiados sirios, en febrero de este año, el gobierno turco recibió 3 mil millones de euros por parte de la UE.
Como Erdogan no es de corto alcance también logró negociar con los europeos una especie de quid pro quo para acelerar el proceso de adhesión de Turquía dentro de la UE (lleva en pláticas desde el año 2005) y demandó la extinción del visado  para sus ciudadanos en las fronteras europeas.
En ese doble rasero, no sólo cobra  muy bien sus favores también supuestamente compra, vende y hace de intermediario en la guerra de Siria sobre todo actuando a favor del Estado Islámico, el ISIS (por sus siglas en inglés).
A COLACIÓN
En noviembre del año pasado, el propio presidente ruso denunció en  París en el marco de  la conferencia COP21 -ante los líderes mundiales concentrados en defensa del clima- «que el crudo llega en cantidades industriales desde enclaves de extracción de petróleo controlados por el ISIS hasta el territorio turco».
El derribo de un caza ruso SU-24 por las fuerzas turcas en momentos que sobrevolaba suelo sirio fotografiando evidencias del trasvase del petróleo sirio por los terroristas para su comercialización y traslado por la frontera turca implicó un ríspido cruce de reproches y acusaciones mutuas entre Putin y Erdogan a la luz pública.
Este «ataque a traición»  por un «cómplice de los terroristas» en palabras del líder ruso trajo serias consecuencias: 1) Prohibición a las compañías aéreas rusas de realizar vuelos chárters hacia Turquía. 2) Todos los viajes turísticos vetados hacia territorio turco, para los rusos se trata del segundo destino más importante para visitar. 3) Reimposición del visado para que los turcos entren en suelo ruso. 4) Limitaciones a la contratación de trabajadores de origen turco. 5) Restricciones a la importación de productos agrícolas y ganaderos turcos. 6) Cancelación de todo proyecto con constructoras, agencias de viajes, empresas de servicios procedentes del país de la media luna.
No obstante en la campaña antiturca de Putin, Rusia se hizo un harakiri resultado del arrebato emocional de su líder porque ordenó suspender su gran proyecto gasístico: el Turkish Stream que  ahora mismo debería estarse construyendo para pasar por debajo del Mar Negro unido a Turquía a fin de bombear gas al sur de Europa; una capacidad de 63 mil millones de metros cúbicos.
Putin pretendía evadir a Ucrania aliándose con los turcos pero aconteció el derribo del caza, y el inquilino del Kremlin explotó, el orgullo le ha durado unos cuantos meses hasta que el 9 de agosto pasado reanudó relaciones formales con Turquía y abrazos de por medio con Erdogan  parecen dispuestos a «perdonar pero no olvidar». Rusia levantará el veto…ha podido más el interés por el gas.
@claudialunapale