A Miguel de la Madrid Hurtado, presidente, y a Ramón Aguirre Velázquez, jefe del departamento del distrito federal, los cogió el terremoto, en la luna, mirando al cielo, con los dedos prensados en la puerta de Los Pinos y del municipal.
Ni cuenta se dieron que un terremoto de 9 grados sacudió la ciudad de México y mató, en un segundo, a miles de personas. Fue la ciudadanía la que asumió el mando del rescate de los sobrevivientes, del trabajo de buscar si había sobrevivientes entre los escombros, y se formaron los Topos, que llegaban hasta las recámaras o baños o lo que fuera de las viviendas y casas aplastadas por la acción del terremoto del 19 de septiembre.
El 20 hubo otro gran terremoto, de más o menos parecida intensidad y la ciudad de México se volvió el caos, el lugar de la muerte, de la muerte de muchos que salieron al trabajo, llegaron a la oficina o al taller de costura, y sólo regresaron a su casa con los pies por delante porque los murieron aplastados.
El gobierno de Ramón Aguirre y el de De la Madrid reaccionaron ya tarde, cuando los ciudadanos, cientos de miles de ciudadanos tenían controlada la situación, sacaban cadáveres, rescataban moribundos, extraían de las entrañas del derrumbe a bebés vivos, y llegaron los soldados y las cuadrillas gubernamentales sólo a estorbar. Como siempre. Y hasta Plácido Domingo se metió a los derrumbados departamentos de Tlatelolco donde quedaron sin vida sus familiares porque ha usted de saber que el famoso cantante se hizo en México desde niño y estudió acá el kínder, la primaria, la secundaria, la prepa y hasta el conservatorio En Tlatelolco vivía con sus padres y otros familiares, que fueron aplastados por el terromoto. El cantante dio testimonio de bonomía, de entrega, levantando piedra por piedra, pedazo de concreto por pedazo de concreto para buscar sobrevivientes.
Aquel19 de septiembre fue el día más fatídico del último medio siglo de la vida de los habitantes de Ciudad de México. Todo se cimbró, todo tronó, y pareció que se acababa. Y se acabó en las zonas sísmicas del centro de la ciudad, de las zonas cercanas al primer cuadro, sobre todo la colonia Roma.. Un terremoto, dos terremotos, miles de réplicas fueron la causa de miles de muertes, particularmente en el primer cuadro de la ciudad. Muerte, sangre, desaparecidos, enterrados vivos, pequeñitos aplastados en los hospitales que se derrumbaron por la acción sísmica. Fue una experiencia muy dolorosa. Entonces no sabíamos si éramos periodistas o involucrados, o víctimas. Fernando Alcalá, famoso de la televisión comercian ahí en los estudios de Televicentro quedó muerto, en pleno trabajo.
Murieron muchos periodistas también pues a la hora del sismo, al rededor de las siete de la mañana, estaban los noticiarios y ahí los cogió el derrumbe del edificio donde tenían sus estudios y sus cabinas. Miles de niños, niñas, jovencitos, gente madura, ancianos, enfermos, hombres y mujeres quedaron sin vida aplastados por las lozas de concreto de los edificios y de casas particulares. Se contaron historias que hacían llorar a mares.
No espero que la ciudad de México vuelva a sufrir como en aquella ocasión del 19 de septiembre de |985. Pero lamentablemente está cimentada en una zona sísmica y los científicos auguran nuevos terremotos de la misma intensidad o mayor. O inundaciones de aguas negras. Oj’Alá que no tengan razón. Ya los habitantes de la ahora CDMX han sufrido mucho.
Un recuerdo cariñoso para los que se fueron en aquella ocasión. Un agradecimiento para los que entregaron su tiempo y su seguridad personal para rescatar a los vivos de los derrumbes. Gracias a la sociedad civil que tomo en sus manos las labores de rescate porque en eso momento descubrimos que México no tenía, ni nunca lo ha tenido, un gobierno eficiente y eficaz. Que solamente son negociantes que se aprovechan de la política para hacer negocios sucios y se cobijan con el patrioterismo, la demagogia y el populismo de derecha.
A Desfondo
Presume el Banco de México (Banxico) que logró contener hasta ahora el impacto de la depreciación del tipo de cambio en los precios al consumidor, pues la inflación general mantiene una dinámica favorable con un nivel por debajo de 3.0 por ciento. Bueno. Eso es lo que dice el instituto bancario. A mí y a millones de trabajadores nos consta que la inflación, o sea el aumento sostenido de los precios que tiene efectos negativos para la economía de un país, va in crescendo día a día. Y no tengo un medidor de los precios, pero cada vez me alcanza menos la misma cantidad de dinero para comprar lo que necesita la familia. México es un gran productor de aguacate. La semana pasada el kilo costaba 60 pesos.
Los economistas del Banxico siempre, me consta, han sido muy mentirosos en eso de la cifras. Creen que les creemos. Yo cubrí al Banco durante muchos años y doy fe que todas las cifras que ponen en mal al gobierno, los economistas del banco las “peinan”. Así que no se crea ni lo que dice Banxico, ni lo que dice el INEGI y menos lo que diga Meade Kuribreña.
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