“También yo estoy tentado al fastidio por la gente de la calle”: Papa
CIUDAD DEL VATICANO, 15 de junio, (MOMENTO INFORMATIVO / CÍRCULO DIGITAL).- El Papa Francisco aseguró hoy que todas las personas afrontan la tentación de sentir fastidio ante la gente de la calle, los necesitados y los enfermos, “todos, ¡también yo!”, confesó.
Durante su audiencia pública semanal, ante más de 25 mil personas congregadas en la Plaza de San Pedro, Francisco repasó el pasaje bíblico del ciego que pedía limosna en las calles de Jericó y recuperó la vista gracias a un milagro de Jesús.
Recordó que esa persona estaba separada de la multitud, sentado mientras la gente pasaba absorta en sus pensamientos y en tantas cosas. Insistió que la calle, que podía ser un lugar de encuentro, para él era el lugar de la soledad.
Mientras el ciego gritaba invocando a Jesús, la gente le reclama para hacerlo callar, como si no tuviera derecho a hablar, y no tenían compasión de él, sentían molestia por sus gritos, narró.
“¿Cuántas veces nosotros, cuando vemos tanta gente en la calle –gente necesitada, enferma, que no tiene para comer -, sentimos fastidio? Es una tentación que todos tenemos. Todos, ¡también yo!”, dijo.
“Es por esto que la palabra de Dios nos amonesta recordándonos que la indiferencia y la hostilidad hacia ciegos y sordos, impiden ver a los hermanos y no permiten reconocer tampoco la agresión y el insulto: “¡Pero saquen a estos de acá!”, “¡Pónganlos en otra parte!”. Esta agresión es lo que hacía la gente cuando el ciego gritaba”, agregó.
Insistió que la figura de ese hombre representa a tantas personas que, aún hoy, “tristemente” sufren discriminación y rechazo por parte de los demás.
Constató que como entonces, también ahora la indiferencia y la hostilidad causan ceguera y sordera, que impiden percibir las necesidades de los hermanos y reconocer en ellos la presencia de Dios.
Según el Papa, eso contrasta con la actitud de Jesús que pasó y no fue indiferente al grito del ciego que, movido por la fe, quiso encontrarlo e invocó su ayuda.
“Este ciego ve con los ojos de la fe. Al oírlo Jesús ordenó que lo llevaran con él. Así, sacó al ciego del margen del camino y lo puso en el centro de la atención de sus discípulos y de la multitud”, siguió.
“Pensemos también nosotros, cuando hemos estado en situaciones feas, en situaciones de pecado, como ha sido el mismo Jesús quien nos ha tomado de la mano y nos ha salvado”, apuntó.