Por la Espiral
Claudia Luna Palencia
La muerte de George Floyd en Mineápolis no es más que la punta del iceberg de una sociedad que por mucho que presuma de moderna y digitalizada -a la vanguardia de la tecnología-, sigue viviendo en las cavernas de la desigualdad, de la inequidad, de la exclusión; así como de la intolerancia y de la xenofobia.
Floyd que ha tenido la desdicha de morir por culpa de un policía de raza blanca (una constante en Estados Unidos) en medio de la tragedia, contó con la suerte de haber sido grabado mostrando la brutal prepotencia de un agente del orden y de la seguridad.
Ha sido ese testimonio lo que quizá permitirá hacerle justicia a Floyd en un país que sigue sin cerrar sus viejas heridas racistas y xenófobas en un momento en el tiempo con actitudes, señales y discursos enviados por personas como Donald Trump, presidente de Estados Unidos, que sirven para empoderar a grupos que se creen diferentes o inclusive superiores a otros por su color de piel.
La intolerancia es la madre de todos los venenos sociales y Trump los utiliza todos para inyectarle odio y miedo a sus conciudadanos y también a otros grupos humanos, en diversas partes del mundo, que empatizan con las bravuconadas del actual inquilino de la Casa Blanca.
Bajo el hashtag #BlackLivesMatter han sucedido en Europa varias multitudinarias protestas contra la coacción y la intimidación utilizadas como herramientas supremacistas para avasallar a los más débiles.
Desde Suiza, Dinamarca, Reino Unido, Francia, España, Alemania a Bélgica, una muchedumbre echada en las calles y en plena pandemia, eso sí unida para pedir que acabe el racismo en el país del mundo que es el más racista de todos: Estados Unidos.
Joseph Borrell, alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, reprobó el abuso de poder “por la brutalidad policial estadounidense”.
«Estamos conmocionados y horrorizados por la muerte de George Floyd. Esto es un abuso de poder y tiene que ser denunciado. Tiene que ser combatido, en Estados Unidos y en todas partes”, dijo el jefe de la diplomacia europea.
El caso de Floyd ha cruzado el Atlántico, desde Bruselas sede de los poderes de la UE, Borrell reiteró que los europeos apoyan el derecho a la protesta pacífica.
“Condenamos la violencia y el racismo de cualquier tipo. Permítanme recordar que todas las vidas importan, también las vidas negras importan; confiamos en las capacidades del pueblo norteamericano”, dijo Borrell.
A COLACIÓN
En realidad el racismo no se lleva a cabo únicamente en Estados Unidos, somos racistas y xenófobos constantes y reincidentes en el mundo; hay una escala de preferidos: negros, mexicanos, centroamericanos, moros, magrebíes, indios, indígenas, filipinos, indonesios, palestinos y sirios.
En Europa, no hace mucho, el solo hecho de abrirle las puertas a los sirios emigrantes, por razones humanitarias derivadas de una guerra intestina en Siria, terminó con Reino Unido poniendo el marcha su consulta para el Brexit. Debería existir un pulsómetro para medir qué tan xenófobos y racistas somos en diversos períodos de nuestra existencia porque me da que nos sobra hipocresía.
¿Cómo ser una sociedad menos racista? Tendremos que romper asociaciones preconcebidas a lo largo del tiempo como las que vinculan a los negros con la delincuencia o a los mexicanos con la holgazanería o a los moros con el trapicheo para pasarse de listos.
Dejaremos de ver a los otros diferentes cuando nos asumamos a nosotros mismos como negros… cuando nos miremos cada mañana frente a un espejo y digamos lo hermoso que es nuestro color ébano de piel y lo inteligentes que podemos ser y las oportunidades que merecemos para formar parte de una sociedad útil.
Ése es el mensaje que debemos darle a los supremacistas azuzados por Trump, a los que en pleno 2020, siguen creyéndose los amos arios y únicos; a esos oscurantistas, decirles que el medioevo quedó atrás que hoy somos ciudadanos del mundo y que no vamos a permitir que nos retrotraigan en nuestros derechos sociales, civiles ni en los inalienables al ser humano. Todos somos negros, no blancos, ni morenos, ni amarillos… negros porque viene siendo hora que honremos a quienes durante tantas generaciones, de forma histórica y ancestral, han sufrido una persecución y una discriminación solo por su color de piel.