Por la Espiral
Claudia Luna Palencia
En Europa, se han atragantado con el encuentro de Helsinki del que no salió nada en concreto para la paz global, ni para Siria, ni para Irán, ni para Corea del Norte más que relanzar a Israel, en palabras del presidente Donald Trump, como eje de la seguridad de la región.
Guiños y más guiños para la comunidad judía ortodoxa, el votante potencial adinerado de mayor influencia en Estados Unidos, que votará en las urnas el próximo mes de noviembre cuando los ciudadanos norteamericanos vayan a elegir a sus congresistas.
Hace dos décadas hubiese sido imposible ver a la Unión Europea (UE) buscar el cobijo geoeconómico de China y de otros países de Asia, como por ejemplo, Japón.
También hubiese sido inimaginable siquiera que Estados Unidos buscase a Rusia como aliado; empero, el actual inquilino de la Casa Blanca ha girado la manivela del (des)equilibrio global con una rapidez inusitada: en menos de una semana, la UE pasó de ser su tradicional aliado heredado como fuerza protagónica de la Segunda Guerra Mundial, a quedar reducido a nuevo “enemigo” de la potencia norteamericana.
Hasta China recibió represalias el 10 de julio pasado cuando entraron en vigor los aranceles anunciados por 200 mil millones de dólares a las importaciones del gigante asiático realizadas por la Unión Americana.
La prensa europea se ha devorado al estadounidense, lo han satirizado y dejado al minúsculo papel de servidor del líder del Kremlin, que ve en su debilidad la oportunidad de desarrollar su propio plan estratégico y de poder. Si el presidente Barack Obama relegó a Rusia después de su anexión de Crimea en 2014, Trump le ha devuelto el estatus de potencia.
Para el periódico El País “Trump se amansa ante Putin”, mientras el otro español El Mundo tituló “Trump se rinde ante Putin tras humillar a Europa”; el francés Le Monde destacó “las relaciones peligrosas de Donald Trump y Vladimir Putin”; en tanto que, Le Figaro cuestionó si Trump en Helsinki fue débil o un negociador.
El italiano Corriere della Sera escribió que “Trump con Putin reafirmaron que lo del FBI en el Rusiagate es una farsa”; el alemán Deustche Welle refirió que “Trump y Putin niegan al unísono injerencia en las elecciones de 2016 en EU”.
Toda Europa se ha hecho eco de que Trump confía más en Putin que en sus propios servicios de Inteligencia, la más mordaz ha sido la prensa británica que no ha parado en ridiculizarlo con sendas caricaturas rendido a los pies del ruso.
Ni una palabra de los grandes frentes globales reiteró el cotidiano alemán Suddeustche Zeitung porque “Trump sólo estaba interesado en Trump”, pero ni un avance significativo para favorecer la normalidad civil en Siria a la que ahora Israel está lanzando diversas ofensivas militares bajo el pretexto de evitar que Irán controle la frontera siria cercana a Israel.
Tampoco se habló del proteccionismo, ni del Acuerdo Nuclear con Irán recién abandonado por Trump, ni del cambio climático, de la nueva carrera armamentista y de la conquista del espacio para uso militar.
A COLACIÓN
De vuelta a su país, el mandatario fue recibido con fuertes protestas frente a la Casa Blanca, las pancartas son claramente alusivas: “Traidor en jefe” se lee en la mayoría; mientras que el núcleo duro del Partido Republicano crítica el papel de Trump en la Cumbre de Helsinki.
El portavoz de la Cámara de Representantes y líder republicano, Paul Ryan, matizó que estamos con nuestros aliados de la OTAN y “todos aquellos países que sufren agresiones de Rusia. Vladimir Putin no comparte nuestros valores ni nuestros intereses”.
Para Mike Turner, miembro del Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes, Trump está alterando la política internacional y “el presidente debe comprender que ha dañado la política exterior de Estados Unidos. Les ha dado un pase y desde luego no les está pidiendo responsabilidades por lo que están haciendo”.
Ahora Trump se desdice y culpa a “un lapsus del lenguaje” en Helsinki ante Putin la confusión que se ha generado porque según él “tengo una confianza absoluta en las agencias de Inteligencia: “Yo acepto la conclusión de la injerencia de Rusia en las elecciones de 2016, aunque no tuvieron efecto alguno en el resultado ni hubo colusión”.
Al interior de la Unión Americana ya están haciendo cuentas del trasvase de votos de los inconformes con el quehacer de Trump que militan en las filas republicanas y están sopesando que tanto puede dañar esto a los rusófobos republicanos aunque Trump y sus alquimistas siguen apostando a que cuentan ya con el voto judío trascendental en los estados en los que hay que tener la mayoría para ganar una elección.
Directora de Conexión Hispanoamérica, economista experta en periodismo económico y escritora de temas internacionales
@claudialunapale