ÍNDICE POLÍTICO
FRANCISCO RODRÍGUEZ
Donald Trump oye pasos en la azotea. Y sabe que se está jugando no sólo el pellejo sino también su libertad. Su reelección se somete a varios frentes: la decadencia estadounidense, la crisis económica y la de pagos de su deuda externa, la competencia china por la hegemonía, la amplia alianza de fuerzas contrarias que desea el cambio de partido en el poder, entre otros.
Derrotado por un manejo insulso y bravero durante la pandemia, atiza el encono discriminatorio de sus seguidores, la basura blanca, para afianzar el voto duro de los wasp –white, anglo saxon & protestants o, en español, blancos, anglosajones y protestantes– y lograr así la inmunidad para evitar ser juzgado por graves delitos electorales, abuso de poder y demás hierbas. La supremacía blanca, el racismo, el odio y la agresión polarizante contra sus adversarios tiene enfrente cuestiones insalvables.
Entre otras, el fracaso de las industrias esenciales, los 75 trillones de dólares de la deuda en manos orientales son su valladar. La han fallado todos sus mensajes. De nada sirvió el muro fronterizo, las acusaciones de terrorismo, las guerras comerciales y arancelarias inconsultas, la criminalización de “los ejes del mal”, el nacionalismo salvaje que ahora juegan en contra de su reelección.
Joe Biden supera ampliamente a Trump en zonas estratégicas
La cerrazón se agotó. El empeño populista de no dejar pasar narcotraficantes, terroristas, contagiados, mexicanos, centroamericanos, gays y políticos en desgracia acusados por el trasiego, no da para más. Aquí ya le hicimos la chamba. Tiene que buscar otros pretextos, porque hasta el señuelo del nuevo T-MEC se estrella frente a la crisis de consumo generalizado.
La apuesta de Elon Musk, el inmigrado sudafricano dueño de la tecnología de conducción a distancia de la empresa Tesla, para lograr el éxito del proyecto SpaceX y del lanzador Falcon, un éxito monumental, no bastaron para solidificar la imagen del anaranjado frente a la opinión pública de esa nación. Los demócratas de Joe Biden y de Obama lo superan ampliamente en las zonas electorales estratégicas.
De nada le sirven a Trump las simpatías de los chairopopulistas
En medio de la lucha entre el capitalismo salvaje, aderezado de nacionalismo criollo, y el socialismo corporativo chino de Xi Jinping, el mundo está atento a cómo se vaya a decantar el capital internacional de la comunidad judía, que por lo visto quiere jugarse su resto en mantener la superioridad estadounidense.
El Proyecto exitoso de Elon Musk, el personaje sin el cual los Estados Unidos tuvieran que haber acudido a la ayuda rusa para lograr salvar la cara de la NASA, duró los quince minutos de gloria de rigor, pero fue inmediatamente opacado por las protestas negras y demócratas, que conjuntaron una alianza de nacionalismos, de grupos agredidos, de estados de la Unión despreciados.
A cinco meses de las elecciones, le urgen los apoyos de fuera, pero no cualquier apoyo. De nada le sirven las simpatías de los mandarines mexicanos, de los chairopupulistas, absolutamente desprestigiados por compartir con el cacique gringo las mismas dolencias del alma.
China y Rusia no quisieron confiar en nuestros caciques de la 4T
Es cierto que el proyecto petrolero mexicano depende de la buena relación entre Estados Unidos y los emiratos árabes de la OPEP. Pero el día que se quieran cambiar de ideas fijas, México tendrá que buscar alianzas con los países emergentes asiáticos que en el pasado inmediato desilusionó por la renuencia a ser el territorio de enlace para las inversiones rusas y chinas que querían establecer miles de proyectos y factorías absolvedoras de empleo y repartidoras de tecnología moderna con miras a inundar el gran mercado de consumo estadounidense.
Eso por ahora ya es imposible. China y Rusia, más sus aliados, no quisieron ya confiar en la palabra de nuestros caciques de la 4T. Los términos de intercambio en el terreno político deberán apoyarse en otros factores. Deben ser materia de otro juego de estrategias, entrar en el terreno fino de las relaciones entre vecinos asimétricos.
Y ahora resulta que estábamos mejor cuando estábamos peor
Duele decirlo, pero hasta 2017, al final del gobierno peñanietista, México tenía otras cartas para el juego. México era la decimoquinta economía del mundo, tenía enfrente un tablero de ajedrez que nadie quiso o pudo mover porque no entendieran cómo se jugaba o porque no tuvieron el valor para hacerlo, da igual.
Podríamos haber dejado la vieja recomendación de los expertos diplomáticos mexicanos, mamar y dar de topes, por otra más efectiva que consistía en el toma-y-daca que ofrecían las relaciones de intercambio comercial, turístico y demográfico.
Por ejemplo: el intercambio mercantil de 511 mil millones de dólares anuales que salían de multiplicar los reportes diarios del Departamento de Estado gabacho que apuntaban hacia la supremacía mexicana en la definición del modelo comercial norteamericano, eran más que suficientes.
Estados Unidos, nuestro socio comercial difícil de abandonar
Los 34 millones de mexicoamericanos que vivían en Estados Unidos formaban una fuerza trabajadora impresionante. Eran la clave en las industrias de la construcción, agropecuaria y cadenas conexas, que descollaban frente al fracaso de las industrias automotriz, satelital, cibernética, aeroespacial y las que usted guste añadir.
El intercambio comercial con México creó en Estados Unidos una cantidad impresionante de empleos que el Departamento de Estado calculó en el año del 2017 en 14 millones de puestos de trabajo formales, bien remunerados, con todas las prestaciones.
Cada uno de los días del año, los Estados Unidos recibían a catorce millones de mexicanos que visitaban el país de los huesos y las calaveras, derramando algo así como 10 mil quinientos millones de dólares anuales. Un socio difícil de abandonar, al que sólo sus mandarines se empeñaban en demeritar en las mesas de negociaciones.
La 4T confía en Trump… y el mundo desconfía de nosotros
Ahora, que hasta Elon Musk, el aliado momentáneo, se hartó de las babosadas de Trump y quiere trasladar la sede de sus empresas más hacia el Sur, México está fuera de su radar y continuará así si persisten las ideas fijas del chairopopulismo que marginan la generación de energía renovable, de la que depende en gran medida el negocio de Tesla.
Las bravatas y la ignorancia de Trump ya desquiciaron la capacidad de asombro hasta de sus antiguos electores, menos las de los mexicanos empoderados que siguen confiando en él, mientras el mundo desconfía de nosotros. Las absurdas decisiones del psicótico anaranjado han echado por tierra sus posibilidades de reelección. El entreguismo nacional no tiene límites.
Al interior los términos de la reelección del Caudillo siguen estrellándose frente a sus amenazas y dicterios. El insulto a sus paisanos tabasqueños no tiene nombre: según él, gracias a que sus paisanos son rateros, mentirosos y traidores, el coronavirus los está matando a gran escala, porque no tienen sus virtudes, fincadas en el apoyo al raterazo Arturo Núñez y a las tropelías de Rocío Nahle y sus compadres.
EU y México: una misma obsesión: reelección de Trump y AMLO
Tortilla, frijol y chile, como los alimentos del futuro, sólo un par de zapatos, una carcachita y guayaberas tipo Clavillazo –para enmarcar el nuevo glamour de la transformación–, lo peorcito del repertorio gobernante, siguen siendo las prendas del chairopopulismo. Dos mundos diferentes pero unidos en lo esencial: la obsesión reeleccionista sobre pueblos hambrientos. Fuera de allí nada los mueve.
¿Dónde está el genio de la estrategia que sepa jugar en el tablero de ajedrez que plantea la relación entre los dos países después de la pandemia? ¿Nos tendremos que someter al ridículo de darle el espaldarazo en los jardines de la Casa Blanca cuando el patrón lo disponga?
¿Tendremos que seguir la misma pauta que cuando éramos la decimoquinta economía del mundo?
Ya no tenemos las canicas ni los peones en el tablero y, peor todavía, falta la materia gris.
¿No cree usted?
Índice Flamígero: A mediados de abril del año pasado, AMLO insistió, ante las críticas de la oposición a su gobierno, a realizar la revocación de mandato el mismo día de las elecciones intermedias de junio de 2021, el cual será el proceso electoral más grande la historia de México. “¿Qué les ofrezco a los conservadores para que sea el pueblo de manera pacífica el que decida?, les ofrezco adelantar la fecha, que la revocación del mandato no sea hasta el (20)22, que la hagamos aprovechando ahora que van a ser las elecciones, el mismo día, una tarjeta adicional”, planteó el mandatario federal durante su conferencia matutina. Ante ello, PAN y PRI señalaron que se trataba de una maniobra electorera con la que el Caudillo pretendía que su nombre apareciera en las boletas electorales para dar, otra vez, la mayoría legislativa a lo poco que ahora queda de Morena. + + + Y en la “mañanera” de ayer martes, Andrés Manuel López Obrador mostró documentos de un plan de la derecha para sacarlo del poder en 2022 mediante la revocación de mandato. En el documento que, de acuerdo con López Obrador, fue entregado en Palacio Nacional por un simpatizante de su proyecto político “que seguramente trabaja” para sus adversarios políticos, se muestra un plan denominado Rescatemos a México que busca conformar un “Bloque Opositor Amplio” (BOA).
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