Un lustro perdido larga crisis de Covid
Línea Fifí
Martín de J. Takagui
Los analistas internacionales pintan un panorama para la economía mexicana después del golpe económico de la pandemia por el Covid-19, estiman que México será uno de los países que requerirá de mayor tiempo -unos cinco años- para recuperarse y estar a los niveles de febrero de 2020, cuando se inició el distanciamiento social.
La estrategia del gobierno de Andrés López Obrador tiene una lógica de activación económica inmediata, pero al no ser permanente o, por lo menos duradera, resulta ser una llamarada de petate, muy buena para aliviar el hambre de uno o dos días, pero los demás.
Tres mil 800 pesos mensuales para un anciano, otro tanto para un joven, resultan de mucha importancia para subsanar una semana de sustento, pero la permanencia del ingreso no tiene un sustituto, ya que lo único que puede dar una fuente real de sustento es el empleo.
En nuestro país, 90 por ciento de la generación de empleo es la que corresponde a las micro, pequeñas y medianas empresas, esas que son propiedad de los emprendedores, de aquellos a los que llaman de clase media, de los profesionistas que brindan servicios, que todos los días salen a trabajar, también para llevar el sustento a sus familias.
Son esas empresas que forman parte de las cadenas de producción, las que ofrecen productos para otras empresas más grandes y no para el público, no son productos para el consumo inmediato, sino que forman parte de un gran producto.
Son aquellos que producen las calaveras para los automóviles, o las que procesan plásticos para la producción de envases de agua, o los que transportan insumos industriales de una ciudad a otra, todos ellos eslabones importantes de la cadena productiva, pero que por sí solos no tendrían razón de existir.
El gobierno se ha negado a brindar atención y apoyo a todas esas empresas, que han tenido que seguir pagando impuestos, que siguieron pagando las cuotas obrero-patronales del IMSS y que, en muchos casos, pagaron los salarios de sus tres o cuatro empleados, aunque no hubiera producción.
Por ello, la importancia de destinar los apoyos del gobierno a las empresas, más que a los desprotegidos, si una familia de desprotegidos cuenta con dos personas que tienen empleo, pueden salir adelante, aunque sea con los bajísimos salarios que pagan esas empresas, porque se trata de salarios y prestaciones permanentes.
En cambio, el apoyo directo a los pobres, a los “desposeídos”, como los llama el presidente López Obrador, pueden acabar en una cantina o en una cervecería, nadie tiene la seguridad de que se utilizarán de la manera más productiva.
Hoy las empresas mexicanas requieren de apoyos, los especialistas globales en economía han señalado que México volverá a los niveles de la economía de hace seis meses, hasta dentro de cinco años, un lustro, que habrá de considerarse perdido, por las condiciones en que se hace frente desde México a los estragos de la crisis económica.
Sin duda, las decisiones del actual gobierno, como las de muchos de sus antecesores tienen la vista puesta en los comicios intermedios que se celebrarán a mediados de 2021 y también en los de 2024.
El apoyo con dinero en efectivo que se distribuye a los desposeídos, electoralmente es más productivo que el que pudiera llegar a manos de los pequeños empresarios, Sin embargo, las consecuencias económicas, serán mucho más dolorosas para el grueso de la población.
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