23 de November de 2024
Venderle el alma al diablo no es tan simple como parece: Lara
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Venderle el alma al diablo no es tan simple como parece: Lara

Jul 5, 2017

CIUDAD DE MÉXICO, 05 de julio, (DE VAGOS / CÍRCULO DIGITAL).- 

Novela obscura, con crítica social, política y periodística.

LARA

VENDERLE el alma al diablo

NO ES TAN SIMPLE como parece

HÉCTOR TOLEDANO


Lara es una novela que se vuelve escalofriante conforme avanza su lectura y nos vemos obligados a reconocer en ella el lodazal inclemente en el que se ha convertido nuestro México.

— AUTOR DISPONIBLE PARA ENTREVISTAS —

DEL 10 AL 14 DE JULIO

Novela obscura, con crítica social, política y periodística, que puede recordar a los lectores a varios de los artistas estrella de la televisión y traerles a la memoria circunstancias que hemos vivido en este nuestro país de la manipulación política, y mediática, de la violencia.
Lara es una de las figuras centrales de la televisora más importante de México. Un intelectual refinado que abandonó sus aspiraciones literarias por el resplandor del periodismo televisivo cuando Rábago, la cabeza pensante detrás del poderoso Arámbula, vio en él el potencial para servir al consorcio. Justo cuando se siente a punto de alcanzar la cúspide, Lara cae en la cuenta de que sus actos han dejado de pertenecerle.
El éxito se le revela como una nueva variante de la derrota y el impacto lo precipita hacia el interior de sí mismo, donde se pudren los residuos de un pasado inconfesable, de los que ha tratado de escapar su vida entera. La tormenta resultante pondrá todo su mundo de cabeza y lo obligará a concentrarse en un único objetivo primordial: sobrevivir en una realidad dominada por la violencia, la corrupción, la impunidad y la mentira, una realidad degradada y siniestra que refleja y alimenta los impulsos más oscuros de su propio ser.
Héctor Toledano despliega con maestría el abanico de sus recursos literarios para darle cuerpo a lo que sólo puede revelarnos la profundidad del arte: los abismos escabrosos de la condición humana.
“Lara no consigue precisar el punto en el que fue engañado, pero lo que crece en su interior es una incontenible sensación de injusticia. De una injusticia inherente, consustancial, que antecede y rebasa las especificaciones de cualquier circunstancia. Se siente como un cerdo al que han cebado para el matadero, como la virgen cuya pureza sólo sirve para incrementar su precio en el burdel. Cuando vendió su destino, no podía saber lo que valía de verdad.”
FRAGMENTO

“—Tú eres Martín. El de la tele. Martínez. ¿Qué no?
—Lara. Lara Martínez —corrige Lara y al instante se arrepiente de haber corregido, pues el dato parece ayudar a la mujer a recordar. Ahora se contonea con aires de personaje mientras afecta la voz engolada de un locutor profesional:
—Puuuunto y cooontrapunto, con Martín Lara Martínez. Reflexión y pensamiento en suuuu televisión. ¿Ya vieron, pinches mugrosos?, es Martín, Martín, Martincito… el que sale en la telera.
El grupo de teporochos se suma entonces al coro: Martín, Martín, Martincito… siguiendo la tonada tenebrosa que se volvió un fenómeno colectivo casi veinte años atrás, cuando anunciaba la exposición de un pintor esquizofrénico en un museo de vanguardia.
—¿Qué reflexión y pensamiento no vienen a ser más o menos la misma chingadera? —cuestiona finalmente la tuerta, con suficiencia semántica.
Lara saca la primera moneda que se topan sus dedos y la pone en la mano de la mujer, que inclina la cabeza para mirarla con el ojo bueno.
—¿Cinco pesos? ¿Cinco putos pesos? Pinche vendido de mierda y no te puedes discutir algo chido… —escucha Lara a sus espaldas mientras se aleja como puede de ahí, envuelto por el coro de los malvivientes que repiten con distintos tonos y entre risotadas el estribillo torturador: Martín, Martín, Martincito…
El encuentro deja destemplado a Lara, que concentra su molestia en el slogan de su programa, con el que nunca estuvo de acuerdo. Tuvo que aceptarlo porque fue una ocurrencia de Arámbula, dado como todos los jefes a arruinar con su toque personal un montón de cosas en las que no debería de meterse, como puede darse cuenta hasta una limosnera alcoholizada. De ahí su ira se expande en varias direcciones, cuyo común denominador es una profunda sensación de impotencia, que el reciente abandono de sus superiores contribuye a acentuar.”

HÉCTOR TOLEDANO 

Escritor, editor y traductor. Ha publicado las novelas Las puertas del reino y La casa de K. También ha colaborado con artículos, entrevistas, reseñas, traducciones, crónicas y cuentos en diversos suplementos y revistas como Vuelta, La Jornada Semanal, Letras Libres, Literal, Este País e Istor. Vive y trabaja en la Ciudad de México.