25 de November de 2024
Venezuela: ¿dolor moral o económico?
Opinión

Venezuela: ¿dolor moral o económico?

May 30, 2016

Por la Espiral

*Claudia Luna Palencia

Venezuela y su debacle, esa vorágine maldita, a la que ha sido conducida por su propio pueblo que votó primero a un sátrapa como Hugo Chávez y luego aceptó mantener en el poder a Nicolás Maduro, debe ser el ejemplo permanente, indeleble en la memoria actual para evitar que mesiánicos revestidos de populistas terminen socavando las libertades civiles y mucho más que eso.

Es decir, si la gente mediante su voto elige su propia condena a la horca, ¿quién es más culpable el que lo eligió o el verdugo que gira de la palanca? Miremos a Venezuela, un enfermo terminal con un cáncer político, económico y social al que le quedan ya muy pocas esperanzas.

Los estertores del chavismo que Maduro se ha empeñado en carne viva ha prolongar hasta la persistencia, casi en un mantra sagrado, dispuesto hasta inmolarse antes que renunciar o convocar a nuevas elecciones.

Qué lejanos quedan atrás los sueños guajiros del golpista Chávez, de arrancarle las barras y las estrellas a la bandera del imperialismo yankee; de discursos vociferantes cotidianos en la radio y la televisión bolivarianas con Estados Unidos como diana favorita.

El petróleo ha sido la cara y cruz no nada más de Venezuela también de otros países dentro de la misma región de América Latina con dirigentes miopes que apostaron su modelo económico a la dependencia del oro negro creyendo que la ventaja competitiva provista por la naturaleza orográfica e interoceánica sería una fuente de poder inagotable para cimentar un modelo de desarrollo que no vería jamás su agotamiento.

Pero no hubo presupuesto infalible para edificar el entramado populista ni petroprecios que no oscilaran al ritmo de los shocks externos provocados por una multiplicidad de factores.

A Venezuela, sus políticos, no le han salido bien las cuentas a tal grado que ignorando la correlación de fuerzas tienen en la actualidad un Estado quebrado, una economía semiparalizada y una población asustada y muerta de hambre.

Cuba, la isla que se quedó atrapada en el tiempo de los hermanos Castro, se convirtió en un reducto para el imaginario antisistema y pasaron los años y las décadas con América toda siendo testigo de su régimen dictatorial.

Lo peor que ha acontecido es la reproducción embrionaria -casi para concluir el siglo XX- del modelo castrista extrapolado en una nación con un mayor peso específico tanto en la economía regional como mundial.

Así es ante las mismísimas barbas del Tío Sam no nada más Cuba, también Venezuela se le ha subido para hacerle cosquillas y todos hemos sido testigos mudos pero no ciegos de cómo se ha ido erosionando el país de América del Sur.

Hace poco más de un mes en Madrid, en la Casa de América, Luis Alberto Lacalle, expresidente de Uruguay hablando de la libertad dijo en tono de reproche: «¿Qué hacemos a la hora del ocaso de las fórmulas izquierdistas y socialistas en América Latina? Deberíamos aprenderlo del pasado en la región la figura más relevante en los últimos 50 años ha sido Fidel Castro y no precisamente para bien».

A COLACIÓN

Durante 57 años hemos sabido de las penurias, la opresión y la ausencia de libertades civiles y democráticas en Cuba; por su parte, los venezolanos, en 17 años, han visto depauperar su nivel de vida.

Ahora hasta Lufthansa se niega a volar a Venezuela aduciendo las crecientes dificultades económicas que atraviesa el país bolivariano y la imposibilidad que tiene dicha compañía -y todas las extranjeras que allí operan- por cambiar sus ganancias en moneda local a dólares.

También el tema se ha colado en la campaña electoral en España que se alista para nuevas elecciones el próximo 26 de junio; se ha metido de lleno en boca de los candidatos aduciendo razones humanitarias y de presos políticos pero lo que hay además de la tesitura moral son asimismo los profundos intereses económicos españoles atrapados en la encrucijada de un Maduro incendiario.

La Marca España está perdiendo y mucho por estar metida en el berenjenal. El banco BBVA tiene un incierto futuro en el país bolivariano con estados contables en pesos que no logra consolidar ni en dólares ni en euros. En 2009, Emilio Botín, ordenó que el Santander vendiera sus posiciones en Venezuela y no se equivocó al hacerlo.

El quid es que el escenario sigue siendo funesto: el FMI anticipa para este año una inflación cercana al 700% con una caída del PIB del 8% y una constante salida de capitales con unas arcas vacías para hacer frente al control de cambios y los compromisos inmediatos.

@claudialunapale