Análisis a Fondo
Francisco Gómez Maza
Ante el aumento de cesáreas, las autoridades se hacen de la vista gorda
· Con esa práctica se pone en grave riesgo la vida de la madre y del neonato
Las autoridades de Salud (Salubridad y Asistencia) – José Narro Robles, de la Ssa; Mikel Andoni Arriola Peñalosa, del IMSS, y José Reyes Baeza Terrazas, del ISSSTE – han sido, y siguen siéndolo, sumamente permisivas – se hacen de la vista gorda – ante las miles o quizá millones de cesáreas innecesarias, que ponen en peligro la vida de las parturientas y son actos de violencia obstétrica, violatorios de los derechos humanos de las embarazadas, tanto en hospitales públicos como en particulares.
En general, los médicos no respetan los derechos humanos de muchas parturientas, y las engañan para practicarles cesáreas que les resultan, a ellos y al personal médico, más fáciles de manejar, aunque mucho más caras y para los médicos y hospitales privados más productivas económicamente.
La creencia de que las cesáreas son inocuas y de esto nunca hablan las autoridades de salud, es una de las principales razones por las que la práctica ha aumentado en América y Latina y, en este caso, México. No obstante, esta intervención aumenta la probabilidad de hemorragia, de infección, de extirpación de la matriz y de lesiones a órganos vecinos.
Un reporte del diario estadounidense The New York Times, fechado este lunes 28 de agosto, revela que dos de cada tres cesáreas que se realizan en México son innecesarias. A nivel nacional, 45 de cada 100 nacimientos son por cesárea, según las últimas estadísticas de la Secretaría de Salud, realizadas en 2015. Es el triple del máximo recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y también parte de un fenómeno que afecta a varios países de América Latina y el Caribe: seis de los diez países con mayores tasas de cesárea en el mundo están en esta región.
Desde 1985, los profesionales de la salud de todo el mundo han considerado que la tasa ideal de cesárea debe oscilar entre el 10% y el 15%. También desde entonces, las cesáreas son cada vez más frecuentes tanto en países desarrollados como en países en desarrollo. La cesárea, cuando está justificada, desde el punto de vista médico, es eficaz para prevenir la morbimortalidad materna y perinatal, revela una declaración de la Organización Mundial de la Salud.
La tasa óptima de cesáreas a nivel global no podría ser mayor que el 15 por ciento recomendado por la OMS, e incrementarse hasta un 19 por ciento, según un estudio publicado a finales de 2015 por la Universidad de Stanford.
Pero el índice nacional mexicano sigue siendo de más del doble de lo que indica el estudio de la Universidad de Stanford. Y las instituciones privadas en México hacen más del doble de cesáreas que las públicas. En los hospitales privados, prácticamente ocho de cada diez bebés nacen por cesárea y sólo dos por parto (79.1 fueron cesáreas en 2015). En las públicas, el índice de cesáreas es de 36.7 por ciento, según las cifras proporcionadas por la Secretaría de Salud a The New York Times en Español.
“La explicación es esta: que muchas de las prácticas se han convertido, en vez de médicas, de carácter socioecónomico. Es decir: la mujer puede decidir y ella, sin tener toda la información, pues decide, sobre todo en clínicas privadas”, dijo la directora de Atención a la Salud Materna y Perinatal del Centro Nacional de Equidad de Género y Salud Reproductiva de la Secretaría de Salud, Liliana Martínez Peñafiel.
Sin embargo, no están demostrados los beneficios del parto por cesárea para las mujeres o los neonatos, en quienes este procedimiento resulta innecesario. Como en cualquier otra cirugía, la cesárea está asociada a riesgos a corto y a largo plazos que pueden perdurar por muchos años, después de la intervención y afectar a la salud de la mujer, y del neonato, así como a cualquier embarazo futuro. Estos riesgos son mayores en las mujeres con escaso acceso a una atención obstétrica integral.
En los últimos años, los gobiernos y los profesionales de la salud han expresado su preocupación respecto del incremento en la cantidad de partos por cesárea y las posibles consecuencias negativas para la salud materno infantil. Asimismo, cada vez más, la comunidad internacional hace referencia a la necesidad de revisar la tasa recomendada en 1985.
Las mujeres en México con más riesgo de ser sometidas a cesáreas, que no se requieren, son las mismas que tienen mayores privilegios en otros ámbitos: son las que pertenecen a estratos económicos altos, las que se atienden en servicios de salud privados, las que tienen altos niveles de educación, las que viven en zonas metropolitanas, las que son primerizas y las de 35 años o más.
Narra la reportera del NYT, Teresa Aceves tiene 30 años y vive en el municipio más rico de Jalisco: Zapopan. Estudió Comunicación en una universidad privada de Guadalajara y es ama de casa. Durante su cesárea, en noviembre de 2016, se le rompió una vena. “Me estaba desangrando. Mi ginecólogo tuvo que hablarle al doctor del hospital para que entre los dos buscaran qué vena me habían roto”.
La hemorragia es la primera causa de muerte materna en el mundo y la segunda en México. Durante su embarazo, el médico nunca le había informado a Teresa sobre los riesgos de la cesárea, pero sí le advirtió sobre toda clase de peligros de un parto vaginal: que podrían apretarle el cerebro a la bebé con fórceps, causarle incomodidad e infecciones al limpiarle la vagina, dejarle un pedazo de placenta que se pudriera dentro del útero y que podrían atravesarse venas que el médico no alcanza a ver.
“Me vendió la cesárea como el mejor esquema para mí y para la bebé”, dice Teresa. “Como era mi primer hijo, le creí”.
Para el sector público, las cesáreas se traducen en pérdidas (en 2011, un reporte de la Comisión Federal de Mejora Regulatoria preveía que México podía haberse ahorrado 12,000 millones de pesos de 2011 a 2015, si se hubieran sustituido las cesáreas excedentes por partos. Pero para la iniciativa privada son ganancias, ya que una cesárea cuesta en promedio un 50 por ciento más que un parto, según la Procuraduría Federal del Consumidor.
Y un dato muy curioso: “El personal de salud ya no sabe atender partos normales. Ya le tienen muchísimo miedo a atender partos”, dice Jimena Fritz, médica y epidemióloga del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), quien en 2017 publicó un estudio en el que analizaron la atención obstétrica en 24 hospitales y lograron reducir en 20 por ciento la tasa de cesáreas.
Fr0tz explica que, al temer que se presente una eventual complicación que no puedan resolver, optan por hacer cesáreas y así pierden la práctica de la atención del parto.