18 de November de 2024
¿Volvemos a la normalidad?
Opinión Principal

¿Volvemos a la normalidad?

Sep 25, 2017

Análisis a Fondo

Francisco Gómez Maza

  • Gravísima es la gran devastación ocasionada por los sismos
  • Más grave que políticos como los del PRI quieran sacar raja

Chiapas, Oaxaca, Guerrero, Puebla, Morelos, Ciudad de México, las poblaciones más dañadas por la ola de terremotos, desatada el día 7 de septiembre (8.2 grados Richter), que aún no para sobre todo en el sureste del país, donde ha habido miles de réplicas, aunque de vez en cuando se escucha la alerta sísmica en la capital de la república, donde los daños fueron mucho más terribles.

Hasta el momento de redactar esta nota, por el terremoto 7.1 del 19 de septiembre, como si hubiera sido un traumático recordatorio de los terremotos del 19 de septiembre de 1985, habían 181 fallecidos (28 niños) en la Ciudad de México de un total, por el momento, de 319 en todo el país: 73 en Morelos, 45 en Puebla, 13 en el estado de México, seis en Guerrero y uno en Oaxaca.

Los trabajos de rescate de personas atrapadas, vivos y muertos, está casi terminando a esta fecha (domingo 24), aunque existe la promesa del gobierno de la Ciudad de México, de que no se usará maquinaria pesada para limpiar escombros, ni para destruir edificios totalmente colapsados, en tanto no haya seguridad de que no hay personas atrapadas en los escombros ya sea muertos o vivos.

Y vaya que aún los hay, sobre todo en edificios de la Ciudad de México que colapsaron y entre ellos muchos edificios recién construidos y recién vendidos a familias de clase media, que ilusionados por poseer un departamento de lujo, nuevo, en un abrir y cerrar de párpados se quedaron en la calle, sin ninguna protección, sin nada, solo con su trabajo para volver a comenzar de cero. Hay o había un pueblo en Morelos, unido afectivamente con este escribidor, que prácticamente está todo colapsado hasta los edificios de su calle principal, que deberán ser derribados y rehechos.

Ahora viene la crisis de la soledad. Se acaba la urgencia. Se acaba la recolección de alimentos y mucha gente se enfrentará a esa realidad que por el momento es paliada por el apoyo, por la ayuda, por la solidaridad de la gente, por el acompañamiento. Pero una vez terminada la urgencia, miles de personas se quedarán o en albergues o en la calle, en tanto recuperan una vivienda. Así pasó en el 85 y me temo que todavía hay familias afectadas por aquel terremoto que nunca recuperaron una vivienda y se refugian desde hace tres décadas en miserables cuartuchos en ciudades perdidas,

Éste es el gran problema de los sismos. La vida,  la sobrevivencia, después de la destrucción y la muerte, sobre todo la vida para los más pobres y no sólo en la Ciudad de México, sino en las zonas más pobres de Chiapas, de Oaxaca (y pienso en Juchitán), en Morelos (y pienso en Jojutla).

Pero la Ciudad de México es más complicada… La devastación se extendió por la capital de México y al menos 60 edificios colapsaron o resultaron con daños graves, según cifras oficiales. El Centro Nacional de Prevención de Desastres, Cenapred, ha reclutado a ingenieros y arquitectos para que inspeccionen las estructuras en la ciudad. Más de 1480 habitantes han solicitado inspecciones.

Y ya comenzó el uso y el abuso político del dolor del pueblo mexicano, como que a río revuelto ganancia de pescadores. El presidente del PRI, Enrique Ochoa Reza, ya aplicó el populismo y la democracia tradicional, que ahora le achacan a López Obrador. Un mañoso boletín del negocio regenteado por Ochoa Reza informó que el lunes 25 de septiembre, “el Partido Revolucionario Institucional oficializará, ante el Instituto Nacional Electoral, la renuncia al 100% del financiamiento”… que le correspondería para el resto de 2017, lo que equivale a 258 millones de pesos; es decir, el 25% de su financiamiento público anual, como una medida a favor de los damnificados por los sismos ocurridos los días 7 y 19 de septiembre, pero en realidad como una medida de propaganda política para ganar adeptos y votos para las elecciones del año próximo. Aprovecharse del dolor ajeno…

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