Palacio Nacional
Alejandro Lelo de Larrea
¿Qué habría ocurrido si durante el gobierno de Enrique Peña o Felipe Calderón, por poner como ejemplo a los dos últimos presidentes, hubiesen entregado un contrato de 221.6 millones de pesos a su compadre?
Mínimo, la oposición comandada por Andrés Manuel López Obrador habría presentado una denuncia ante la ProcuraduríaGeneral de la República, por tráfico de influencia, en contra del presidente y del funcionario que haya firmado el contrato. Y quizá algo más de ruido: pancartas en el Congreso, una manifestación afuera de la dependencia.
Hoy, no pasa nada por dos razones. Primera: prácticamente no existe oposición. Están desunidos, desorganizados. No hay quién los encabece. No logran reponerse del tsunami de julio pasado.
La segunda: hoy López Obrador es gobierno, desde donde parece que ya no se ven tan mal ese tipo de contratos a los amigos.
El diario Reforma publicó ayer que la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos (Conaliteg) le adjudicó una licitación por 221.1 millones de pesos a Grupo Bio Pappel, de Miguel Rincón Arredondo, compadre de López Obrador. Hace poco menos de dos meses, el presidente fue padrino de bautizo de la hija del empresario.
Este viernes, molesto, en su conferencia de prensa, sin mediar pregunta (algo así como a explicación no pedida culpamanifiesta), AMLO se lanzó contra el medio por la publicación.
“No le quiero dar ningún motivo a los conservadores, a la prensa fifí, porque no somos iguales”, expuso, como si el culpablefuera el medio por publicar el contrato con el compadre. Y ofreció que va a cancelar ese contrato, como si nos hiciera un favor.
Acaso esa compra del gobierno al compadre del presidente no es ilegal, pero sí manda la señal de que no ha cambiadonada respecto de Peña, Calderón, Fox, Zedillo, Salinas…
Simple y sencillamente, López Obrador está obligado a rescindir ese multimillonario contrato porque prometió que nada de amiguismos, nada de tráfico de influencias, nada de corrupción. Por eso votaron por él más de 30 millones de personas.
Para anular ese contrato AMLO ya sabe el camino: puede emitir uno de esos memorándums que tanto le gustan. ¿O no?