CIUDAD DE MÉXICO, 05 de julio, (AGENCIAS / CÍRCULO DIGITAL).- Los 400 conquistadores españoles que se dirigieron a la capital azteca en el siglo 16 se quedaron sorprendidos por el esplendor de la gente de Tenochtitlán –y su brutalidad caníbal.
Encontraron templos llenos de sangre y corazones humanos quemados en braseros de cerámica, de acuerdo al Instituto Arqueológico de América, narró ayer The Washington Post.
Escucharon relatos de miles de personas que fueron sacrificadas en la dedicación del Gran Templo, cuatro filas de víctimas que abarcaban varias millas, esperaban que les sacaran el corazón.
Los conquistadores y los españoles que los siguieron escribieron sobre las víctimas de sacrificios humanos que rodaban por los escalones del templo, en donde eran desmembrados, luego se los comían en un asado con chiles y tomates.
Aunque una cosa aterró más a los recién llegados europeos que todo lo demás: la torre de calaveras humanas que encontraron en una esquina del templo de Huitzilopochtli, el dios azteca del sol, la guerra y el sacrificio humano.
Andrés Tapia, uno de los soldados de Hernán Cortés, escribió que había tantos cráneos humanos, que tuvo utilizar la multiplicación para contarlas. “Calculamos que eran 136 mil cabezas”.
Esas calaveras, según asumieron los conquistadores, eran los restos de los hombres que habían derrotado en la batalla.
Era una especie de adorno y de mensaje: Esto es lo que les pasa a los enemigos de los aztecas.
Mujeres y niños
Casi 500 años después, los científicos que hicieron excavaciones en la Ciudad de México desenterraron las calaveras.
También surgieron más preguntas acerca de la naturaleza de los sacrificios humanos que diferían del pensamiento de los conquistadores.
El hallazgo más importante fue que las calaveras no sólo eran las cabezas de los guerreros que habían sido derrotados por los aztecas. Algunas eran más pequeñas y correspondían a mujeres y niños.
“Nosotros esperábamos que fueran sólo hombres, obviamente guerreros jóvenes”, le comentó Rodrigo Bolaños, biólogo antropólogo que investigó el hallazgo, a la agencia noticiosa Reuters, “uno piensa que las mujeres y los niños no iban a la guerra”.
Queda claro que los aztecas exhibieron públicamente las calaveras de mujeres y niños, pero, ¿quiénes eran ellos?
¿Personas derrotadas de civilizaciones vecinas? ¿Aztecas que fueron sacrificados?
¿Por qué los aztecas los exhibían en uno de los lugares más sagrados?
Investigadores creen que la torre de cráneos era definitivamente una muestra del poder de esa tribu. Sin embargo, una explicación más detallada ha sido eludida por los investigadores y podría haber muerto con los aztecas.
Las calaveras fueron encontradas en un edificio cilíndrico cerca del Templo Mayor, que era uno de los principales en Tenochtitlán.
Bolaños y otros investigadores del Instituto Nacional Mexicano de Antropología e Historia han estado investigando sobre la torre de calaveras desde que fueron descubiertas en 2015.
La excavación desenterró casi 700 cráneos.
Sin embargo, continúan excavando, por lo que los investigadores esperan encontrar más mientras se acercan a la base de la torre.
Siglos después que cayó la civilización azteca, el sorpresivo hallazgo sigue redituando nuevos artefactos –y generando nuevas preguntas.
“Algo sucedió de lo que no tenemos registro”, comentó Bolaños, el biólogo antropólogo. “Esto es realmente nuevo”.