Ciudad de México, 24 de Octubre (MENSAJE POLÍTICO/CÍRCULO DIGITAL).-Un día después del paso del huracán Willa, que provocó una noche de pánico y terror, los habitantes del municipio de Escuinapa despiertan a una cruda realidad, con numerosos daños materiales, pero sin que hasta el momento se confirme la pérdida de vidas humanas.
El cielo luce limpio, sin presencia de lluvia, las calles inundadas muestran los estragos del meteoro que entró la víspera como categoría 3, con árboles caídos, postes derrumbados o con evidentes daños, además de bardas destrozadas.
Desde la madrugada, elementos de las secretarías de Marina y de la Defensa Nacional, así como cuadrillas de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) recorren las calles, brindando apoyo y tratando de recuperar la normalidad del lugar.
Uno de los inmuebles más afectados por Willa fue el Hospital General, donde se cayeron plafones, se rompieron vidrios y fue necesario llevar a tres pacientes, entre ellos a una mujer embarazada, a otros centros de salud en Mazatlán.
Una enfermera que omitió su nombre mostró a Notimex el cuarto de médicos internistas, con el techo completamente destruido y un total abandono.
También, el local de los ganaderos perdió toda la barda perimetral, al igual que la escuela secundaria del SNTE, la Casa de Jubilados y Pensionados y el parque del Club de Leones también mostraban daños.
Para Octavio Morales fue fatal estar esa noche en el hospital, pues si bien a su suegra la dieron de alta, ya no abandonó el lugar por seguridad, y se quedaron a dormir sobre el piso.
Relató que cuando el sonar de los vientos fue más fuerte y se fue la luz, la gente entró en pánico, los niños gritaban, los adultos rezaban «y yo no sabía que hacer, sólo abrace a mi esposa y trate de tranquilizar a mi suegra, pero hubo una fuga de gas y mi miedo fue mayor».
Fue una larga noche para los habitantes de este municipio de Sinaloa, el palacio municipal se inundó, desde las 19:00 horas falló la corriente eléctrica y no hubo luz, sólo se escuchó el rugir del viento que azotaba las ventanas, y el caudal del agua que inundaba los inmuebles.
La ciudad no durmió, en la madrugada la gente que vive en el centro comenzó a salir de sus casas, reunida afuera de ellas comentaban los pormenores.
El alcalde Hugo Enrique Moreno Guzmán confirmó a Notimex que una de las zonas más afectadas fue el puerto de Teacapan, donde son visibles los daños, pero sin reporte al momento de personas fallecidas.
Con el amanecer, los pobladores comenzaron a abandonar los albergues, muchos ya querían regresar a sus hogares pues algunos dejaron a familiares en sus casas y otros querían ver que quedó de sus casas y propiedades.
Algunos cargan con las colchonetas en las que durmieron y con las cobijas con las que se cubrieron del frío que provocó el paso del meteoro. Los niños caminan descalzos jalados de la mano por sus madres, quienes piden ayuda a los marinos para regresar a sus comunidades.
Guadalupe Rangel, vecina de la colonia Palmillas y quien pernoctó en el Colegio de Bachilleres 42, señalò que desde temprana hora quería regresar a su hogar, pero ante la falta de transporte, decidió irse caminando, y tomó de la mano a sus dos pequeños hijos.
La realidad sigue y la vida cotidiana retoma su curso, los lugareños sacan sus celulares para grabar y tomar fotos de los daños, aunque para el taxista Oscar Andrade, el huracán Rosa fue más destructivo, fue hace casi 23 años, «ahí si sufrimos, no como ahora, pero estamos vivos, no hay de que quejarse”.