Ciudad de México, 25 de Noviembre (MENSAJE POLÍTICO/CÍRCULO DIGITAL).-El Senado acelerará reformas de fondo para combatir la obesidad en México. Esta condición afecta gravemente a sectores vulnerables de la población, especialmente niños, afirmó el presidente de la Comisión de Salud, Miguel Ángel Navarro Quintero.
En entrevista, refirió como responsabilidad del Poder Legislativo la de impulsar acciones para que la población tome conciencia acerca de la manera más sana para alimentarse.
En 2010, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), revelaron sendas investigaciones sobre la tendencia de exceso de peso a nivel mundial.
Refieren que la mexicana es la población más obesa del mundo, dado que está presente en el 75 por ciento de sus habitantes. El país con la menor condición en este sentido es Japón, con 3.7, seguido de Corea con 5.3; Italia, 9.8; y Suiza con 10.3%.
En México, la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2016 indica que uno de cada tres niños, de dos a 11 años, tiene sobrepeso u obesidad. En el caso de las mujeres adolescentes, cuatro de cada 10 sufren alguno de estos padecimientos. El 33.5 por ciento de los adolescentes hombres también tienen estas afecciones.
El problema de salud se agrava, según Narro Quintero, porque la obesidad es causa de otras enfermedades, como diabetes, hipertensión, corazón, diversos tipos de cáncer, hígado graso, trastornos del sueño, e incluso mentales como la depresión.
El exceso de peso se determina a partir del Índice de Masa Corporal (IMC), que se calcula mediante la división de los kilos que pesa una persona por el cuadrado de su estatura, en metros. Por ejemplo, un adulto que pesa 70 kilogramos y su altura es de 1.75 metros, tendrá un IMC de 22.9 kg/m2.
Acorde con la Organización Mundial de la Salud, el IMC igual o superior a 25 kg/m2 determina sobrepeso, y si éste es mayor a 30 se le considera obesidad. Cualquier persona con más de 45 kg/m2, sufre obesidad mórbida.
Tibieza en las políticas públicas
El senador Miguel Ángel Navarro Quintero consideró que se hicieron importantes esfuerzos en la LXIII Legislatura para combatir la llamada “epidemia de obesidad”, como elevar a rango de ley la Estrategia Nacional para la Prevención y Control del Sobrepeso, la Obesidad y la Diabetes, implementada en 2013. Sin embargo, sostuvo, aún hay tibieza en las políticas públicas adoptadas.
Como parte de la estrategia nacional para el combate de esta condición, hoy se aplican distintas modificaciones de ley. La Secretaría de Salud tiene la facultad para establecer lineamientos de venta y distribución de alimentos y bebidas preparados y procesados en las escuelas primarias, eliminándose productos de alto nivel calórico. La dependencia también delinea acciones que garanticen la integración de programas de activación física en educación básica.
En la legislación vigente también se fijaron parámetros para regular la publicidad -en televisión, en horarios infantiles- de productos con altos contenidos de grasas y azúcares. Se ordenó restringir “comerciales” de bebidas azucaradas, chocolates, confitería y botanas de 14:30 a 19:30 horas de lunes a viernes y de 7:00 a 19:30 horas los sábados y domingos. Algunos reportes estiman que fueron eliminados 55 de las 139 horas anuales de “chatarra” de la barra infantil.
De igual forma se hizo obligatorio el etiquetado de advertencia de altas concentraciones de grasas y azúcares en el envasado. En ningún caso podrán contar con sello nutrimental refrescos y bebidas saborizadas, chocolates, dulces y botanas.
Respecto de los resultados de estas medidas, el informe del Observatorio Mexicano de Enfermedades No Transmisibles (OMENT), de octubre 2018, muestra una disminución en la prevalencia del sobre peso de 30.3 a 27.7 por ciento y de la obesidad de 23.5 a 21.6 por ciento, entre 2012 y 2016.
Para el doctor Navarro Quintero los indicadores adoptados por el OMENT no son suficientes: “Dice una expresión muy coloquial que la percepción es realidad, y la percepción es que en México no ha disminuido la obesidad. Debemos hablar con la verdad. Es mucho lo que debe atenderse en educación vinculada con la prevención y promoción de la salud”, asienta.
Sobre el particular, señaló que el Instituto Nacional de Salud Pública, en una investigación de 2014, determinó que de 110 escuelas primarias públicas revisadas, en 80 por ciento aún se expendían bebidas azucaradas y sólo una tercera parte contaba con bebederos de agua. El 80 por ciento de los directores, profesores, vendedores de alimentos y padres, desconocía que existiera la prohibición de vender comida “chatarra” en los centros educativos.
La Estrategia Nacional, agregó, obliga al etiquetado nutrimental, reconocido a nivel internacional como una herramienta con gran potencial para influir en la compra de alimentos saludables. Sin embargo, en México sólo 9.7 por ciento de las personas consultan esta información para decidir qué productos comprar, porque no hay claridad en los datos de contenido de grasas, azúcares, sales y otros compuestos.
Obesidad, problema de salud y de tipo social
En el gobierno de la Cuarta Transformación, es necesario que el tema de salud se inserte en la agenda social del Siglo XXI. Uno de los grandes retos es lograr que los mexicanos adopten una cultura de alimentación sana. Esto requiere brindar satisfactores sociales para que la gente no consuma productos “chatarra” por una necesidad social, determinada por estilos de vida, expuso el presidente de la Comisión de Salud.
Dijo que, desde el punto de vista médico y social, la obesidad es un grave problema para el país porque hay niños, niñas y adolescentes que ocupan el primer lugar en exceso de peso en el mundo, y la población adulta se ubica en segunda posición. “México enfrenta esta realidad, de 150 millones de habitantes, en los que la obesidad pareciera ser un estereotipo”.
Según la Academia Mexicana de Pediatría, la obesidad es una enfermedad crónica y su origen multicausal de gran complejidad, donde participan factores biológicos, sociales, culturales, políticos y económicos.
Por una parte, está el consumo de productos industrializados (botanas, frituras, galletas, pastelillos) y la denominada “comida rápida”-pizza, hamburguesas, pastas y carnes precocidas-, utilizadas principalmente por las personas responsables de alimentar a la familia, sea mamá, papá u otro familiar. Alegan falta de tiempo para comprar alimentos sanos y con aquellos se da de comer incluso a los infantes. Esto se traduce en costumbre.
Por otro lado, está el diseño de cada producto para hacerlo atractivo. Se usan figuras, colores y consistencia que atraen a niños y grandes, con envolturas y mensajes publicitarios de alto impacto.
El estilo de vida de las familias y el alto impacto publicitario asevera la Academia Mexicana de Pediatría, se conjugan y determinan, en cierta medida, hábitos y costumbres transmitidas de una generación a otra.
Estos factores se registran de forma local, regional y global, pero además se interconectan, integran e interactúan. Es decir, se adoptan costumbres de alimentación externas que no siempre son las más benéficas. Ejemplo de ello, continúa, es el cambio de consumo de productos nacionales altamente nutritivos, como el caso del frijol y las verduras, por carnes procesadas y embutidos.
Frente al panorama y para evitar mayor incremento en los índices de obesidad, el senador Navarro Quintero anunció que la Comisión de Salud impulsará reformas para que en el etiquetado de productos alimenticios y/o comestibles, sea obligatoria la absoluta claridad para que las personas identifiquen el número de calorías y el verdadero valor nutricional del producto.
“En ocasiones, son cantidades enormes de calorías, con un raquítico o nulo valor nutricional”, apuntó. El objetivo es que las envolturas contengan imágenes que hagan evidente los problemas que en la vida diaria genera la obesidad, así como las enfermedades derivadas de la misma, explicó.
Las cubiertas pueden tener imágenes similares a las empleadas en cajetillas de cigarros, porque esto ayudará a fomentar la responsabilidad social tanto de las empresas como de los consumidores.
En cuanto a las escuelas, particularmente en las primarias, se legislará para prohibir totalmente la venta de alimentos que no fomentan la nutrición. De esta forma, aun cuando reduzcan su porción y nivel calórico, no podrán expenderse productos sin valor nutritivo.
Respecto de la necesidad de implementar una legislación más robusta, el doctor Pedro Gutiérrez Castrejón, de la Academia Mexicana de Pediatría, consideró que es necesario visualizar la prevención primaria.
Los programas de salud deben acompañar a la familia en su conjunto, para que desde los padres hasta los niños tomen conciencia de las amenazas que les representa el consumo de productos con alto de grasas, azúcares y sal, puntualizó.
“Necesitamos prevenir la obesidad desde el embarazo, pues cuando no se lleva el cuidado adecuado, el primer problema es que la mamá gana peso excesivamente por una mala y deficiente alimentación. Entonces, los genes del bebé se predisponen para que, cuando nazca, tenga una huella para desarrollar obesidad”.
Por ello es necesario promover programas preventivos primarios desde el embarazo, y seguir con las etapas subsecuentes, como favorecer la lactancia materna como parte de una alimentación saludable que brinda protectores a la salud y el desarrollo de los niños.
El también director del Centro de Investigación Materno Infantil del Hospital Dr. Manuel Gea González consideró que en este combate a la obesidad tienen tanta responsabilidad las estructuras políticas y de gobierno del país, como los profesionales de la salud.
“Debemos llevar a este país a que camine propositivamente, con las familias, las organizaciones médicas y la industria. Todos tenemos que poner un granito de arena para que logremos programas que desde un punto de vista costo-beneficio, nos ayuden a detener y revertir este problema. Es una responsabilidad compartida”, afirmó.
El presidente de la Comisión de Salud, Navarro Quintero, concluyó por su parte que una nueva legislación para el combate de la obesidad será posible también controlar y revertir enfermedades relacionadas, como la diabetes e incluso algunas de carácter infeccioso, como la influenza que está vinculada con la obesidad mórbida.