Ciudad de México, 27 de Julio (MENSAJE POLÍTICO/CÍRCULO DIGITAL).-El trabajo de hombres y mujeres artesanas, que con sus manos mágicas dan vida a espectaculares obras de arte, entre ellas el popular Árbol de la vida que recorre galerías y museos del mundo, llenan de color y tradición al Pueblo Mágico de Metepec.
A tan sólo unos kilómetros de la Ciudad de México, las calles adoquinadas de este municipio que en náhuatl significa «En el cerro de los magueyes» reciben a los visitantes para sumergirlos en un viaje por su historia y disfrutar la gastronomía.
La tranquilidad que ofrece este municipio mexiquense lo colocan como el lugar ideal para visitar en familia, pareja o amigos en estas vacaciones de verano.
Al peregrinar por sus iglesias, que conservan su arquitectura colonial, los barrios de esta localidad transportan a los paseantes a la época colonial, pues algunos templos son más antiguos que otros y guardan en su interior retablos, lienzos y esculturas que constituyen buena parte del patrimonio cultural del municipio.
Metepec es un pueblo de artesanos. Aquí hay más de 300 talleres familiares que trabajan el barro en sus distintos tipos como el natural, pigmentado, tradicional vidriado, vidriado libre de plomo y también la cerámica de alta temperatura.
Las manos mágicas de los metepequenses elaboran productos de uso cotidiano como jarrones para agua o pulque, cazuelas, ollas y vajillas que son comercializadas en la localidad y en otros municipios del Estado de México.
Sin embargo, el Árbol de la Vida es la obra elaborada de barro más emblemática de este Pueblo Mágico y que representa a México en distintas partes del país y del mundo.
Parte de la cultura de este pueblo se resguarda en el Museo del Barro, que fue inaugurado en septiembre del 2012 y es único es su tipo en el país.
Ubicado en el corazón de Metepec, el recinto expone figuras y obras de arte creadas por manos de auténticos maestros del arte popular, que han representado a la localidad mexiquense en exposiciones internacionales.
Durante la estancia, también hay que visitar el convento franciscano de San Juan Bautista, un conjunto arquitectónico de gran belleza que está conformado por el atrio, la iglesia, el convento y la casa del diezmo.
El claustro estaba totalmente cubierto con pinturas y, ahora sólo se observan algunos restos de la decoración en los muros, bóvedas, arcos y columnas, de magnífica calidad artística, representativa del proceso evangelizador.
Ubicada en la ladera norte del Cerro de los Magueyes y construida a finales del siglo XVIII, la Capilla del Calvario es la más bella de las iglesias coloniales del municipio, que los turistas deben visitar.
Al caer la noche, los turistas pueden transitar por sus calles y saborear cada uno de sus platillos tradicionales, así como beber una “garañona”, bebida alcohólica típica de este lugar que hay que probar.
La magia de Metepec se encuentra en su historia, gastronomía, arquitectura, pero sobre todo en las manos artesanas que todos los días luchan por preservar la tradición alfarera que llega a diversas partes del mundo.